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Quién es Kirill Dmitriev, el fontanero del Kremlin clave en el plan de paz de Trump para Ucrania

Quién es Kirill Dmitriev, el fontanero del Kremlin clave en el plan de paz de Trump para Ucrania

La Administración Trump emitió una exención especial para permitir su entrada a EEUU, por estar en una lista negra. Los negociadores de la Casa Blanca, Witkoff y Kushner, trabajaron con él durante horas. Hasta lograr los 28 puntos finales. 

Kirill Dmitriev, director del Fondo Ruso de Inversión Directa, en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, Rusia, el 6 de junio de 2024.
Kirill Dmitriev, director del Fondo Ruso de Inversión Directa, en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, Rusia, el 6 de junio de 2024.Sefa Karacan / Anadolu via Getty Images

Los poderosos del mundo suelen tener un fontanero, un señor Lobo que todo lo sabe y todo lo arregla. El presidente ruso, Vladimir Putin, tiene a Kirill Dmitriev. El nombre del empresario y director ejecutivo del Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF) -de al menos 10.000 millones de dólares y creado por el Gobierno para invertir en la economía patria- ha saltado a los medios en las últimas horas porque se ha filtrado que ha sido una figura clave en el debate con Estados Unidos del plan de paz para Ucrania que ahora mismo hay sobre la mesa y se debate a contrarreloj. 

El diario digital Axios ha publicado en exclusiva los pasos de este hombre oscuro que, pese a estar en la lista negra estadounidense, ha podido entrar en el país con un permiso especial y reunirse con los dos grandes negociadores de la Administración Trump: su yerno, Jared Kushner, y su enviado especial, Steve Witkoff. The Wall Street Journal ha abundado, más tarde, en esta historia. Y la verdad es que es apasionante, un relato de fuerzas, contrafuerzas, diplomacia e intereses con ecos de The Diplomat

Alfombra roja

Dmitriev está considerado un aliado cercano de Moscú. Se le ha descrito como "despiadado ambicioso", como "el susurrador de Putin". Sin embargo, también está emergiendo como una figura clave en las negociaciones con EEUU, un papel nuevo en apariencia. Que sepamos. Apenas el mes pasado, el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, lo calificó de "propagandista ruso". Hace menos de un mes, sí. Ahora tiene un papel de diplomático de altura. 

Dmitriev, de 50 años, es un empresario moscovita nacido en Kiev durante la Unión Soviética (URSS). Es más joven que otros importantes actores de la política exterior rusa, como el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, de 75 años. También es producto de una educación occidental, según explica la revista Foreign Policy. Como indica el perfil oficial de Dmitriev en el sitio web de RDIF, es licenciado en Economía por la Universidad de Stanford y tiene un MBA por la Escuela de Negocios de Harvard.

Según otro perfil, en el Foro Económico Mundial en este caso, Dmitriev comenzó su carrera profesional trabajando en Goldman Sachs y McKinsey & Company. Se mudó a Moscú en el año 2000, a los 25 años, y se convirtió en subdirector general de la empresa de TI IBS, según añade el portal de noticias ucraniano Ukrainska Pravda.

Dmitriev finalmente regresó a Ucrania para dirigir el fondo de inversión Icon Private Equity del oligarca Victor Pinchuk. Regresó a Rusia en 2011, fecha en la que asumió la dirección del RDIF.

La BBC informa de que Dmitriev se reunió por primera vez con el presidente ruso Vladimir Putin alrededor del año 2000, aunque sus opiniones políticas no siempre coincidieron. Un vínculo personal lo impulsó a entrar en el círculo íntimo de Putin. Se dice que la esposa de Dmitriev, Natalia Popova, es amiga íntima y socia comercial de la hija menor de Putin, Katerina Tikhonova. Esa conexión es parte de la razón por la que Putin parece confiar en Dmitriev, dijo a Foreign Policy Sergey Aleksashenko, ex vicegobernador del Banco de Rusia.

Katerina Tikhonova, durante una intervención online.ANATOLY MALTSEV / EFE

Pero también destaca su papel en el RDIF. En 2022, cuando Joe Biden era presidente de EEUU, el Departamento del Tesoro calificó a Dmitriev de "conocido aliado de Putin" y afirmó que el RDIF es "ampliamente considerado" un fondo para sobornos de Putin. Ahora, Putin quiere que Estados Unidos flexibilice sus sanciones contra Rusia. Y Dmitriev es considerado el miembro más astuto de la élite rusa en cuanto a la política estadounidense. Todo conectado.

En febrero, Putin nombró a este hombre poderoso y serio como  enviado especial para la cooperación económica y de inversiones internacionales. No le frenó que él y su fondo estén incluidos en la lista negra del Gobierno estadounidense, desde 2022, tras la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia. Las sanciones impiden a los ciudadanos y empresas estadounidenses hacer negocios con ellos. "Ha aprovechado sus vínculos con universidades y organizaciones de Estados Unidos para servir como representante del presidente ruso ante las instituciones estadounidenses, proporcionando así acceso a oportunidades económicas clave en Estados Unidos", señaló el Tesoro norteamericano en su argumentario. 

Ahora se ha emitido una exención especial para permitir su ingreso a reuniones. Y su presencia, dice Reuters, ha sido determinante. 

Anatomía de una negociación

Lo que se extrae de las informaciones conocidas en estas horas es que todo empezó hace una semana, cuando presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, estaba escuchando por un altavoz mientras Witkoff y Kushner, leían, línea por línea, un plan de 28 puntos para poner fin a la guerra en Ucrania. La existencia del plan se revelaría dos días después. El viernes, el ucraniano ya advertía a su pueblo que el plan de Donald Trump y la presión que enfrentaba para firmarlo, había sumido a su país en uno de los momentos más difíciles de su existencia: o la soberanía o un aliado, era la disyuntiva. 

La participación telefónica de Zelenski en la reunión del fin de semana pasado entre su asesor de seguridad nacional, Rustem Umerov, y el equipo de Trump no se había reportado previamente, pero el plan, en realidad, había comenzado a negociarse un mes antes, en un vuelo de regreso a Miami desde Oriente Medio. Axios reconstruye lo ocurrido, con seis funcionarios como fuentes, dos ucranianos y otra más "con conocimiento de la situación", y expone que fue el 22 de octubre cuando Kushner y Witkoff dejaron de discutir el acuerdo sobre Gaza, que habían ayudado a lograr, para centrarse en la guerra en Ucrania. Trump impuso sanciones a Rusia ese mismo día por primera vez desde que regresó a la presidencia y el proceso de paz estaba prácticamente estancado. Ambos querían repetir su estrategia de Palestina: redactar un plan, presentarlo y encontrar la manera de lograr el acuerdo entre ambas partes.

Tres días después, Witkoff y Kushner se reunieron con el enviado de Putin, Kirill Dmitriev, para cenar en Miami, y de nuevo, durante varias horas, el domingo. El enviado ruso declaró a este medio en una entrevista el 17 de noviembre que habían trabajado para plasmar por escrito los acuerdos alcanzados en la cumbre Trump-Putin en Alaska. El objetivo era elaborar un marco que básicamente dijera: '¿Cómo logramos, finalmente, una seguridad duradera en Europa, no solo en Ucrania?'", dijo Dmitriev. El resultado de las reuniones con Dmitriev fue el borrador inicial de lo que se convirtió en el plan estadounidense de 28 puntos. Dmitriev se mostró optimista sobre el rumbo de las conversaciones. "Creemos que la postura rusa realmente está siendo escuchada". Tal cual: estaban todas las grandes exigencias de la Federación, aunque ahora se van limando poco a poco. 

J. D. Vance, Steve Witkoff y Jared Kushner, tras una sesión informativa militar en el Centro de Coordinación Militar Civil en el sur de Israel, el martes 21 de octubre de 2025.
J. D. Vance, Steve Witkoff y Jared Kushner, tras una sesión informativa militar en el Centro de Coordinación Militar Civil en el sur de Israel, el martes 21 de octubre de 2025.Nathan Howard for The New York Times / Getty

Para entonces, Witkoff y Kushner contaban con el visto bueno de Trump. "Witkoff y Kushner no habrían entablado conversaciones con los rusos y los ucranianos sobre un nuevo plan sin obtener la luz verde de Trump", declaró un funcionario estadounidense. El secretario de Estado, Marco Rubio, fue "informado en cada paso del proceso", añadió el funcionario. El vicepresidente JD Vance también estaba al tanto.

Fue idea de Vance designar al secretario del Ejército, Dan Driscoll -su compañero de la Facultad de Derecho de Yale-, para que llevara el plan a Ucrania. Driscoll ya planeaba visitar el país con una gran delegación militar para hablar sobre tecnología y estrategia de defensa. Con pocos días de preaviso, la Casa Blanca le indicó que agilizara sus planes de viaje y se preparara para negociar la paz, directamente. "Como pueden imaginar, cancelamos la agenda y nos ponemos a planificar y prepararnos a fondo", declaró otro funcionario. "Está recibiendo informes de políticas. Estudia antecedentes, la historia de la guerra, todo tipo de cosas durante todo el fin de semana, y luego se largan de aquí gritando". Así hace las cosas Trump. 

Mientras tanto, Witkoff y Kushner se reunieron con el asesor de Zelenski, Umerov, durante dos días en la casa de Witkoff en Miami. También estuvo presente un alto funcionario catarí que mantiene buenas relaciones con los enviados estadounidenses, con Umerov y con Putin. Witkoff y Kushner informaron a Umerov sobre el plan e incorporaron algunas de sus aportaciones. Fue idea de Umerov llamar a Zelenski para que pudiera escuchar el plan directamente del equipo de Trump. "Hablaron e intentaron explicarle al presidente los puntos del plan, pero realmente no es posible hacerlo por teléfono", declaró un funcionario ucraniano, quien se opuso firmemente al plan y a su presentación. Quedaba claro que, primero, todo se había cerrado con Rusia y a los ocupados se les presentaba algo cerrado. 

Sin embargo, el equipo estadounidense salió de la reunión optimista de que los ucranianos estaban de acuerdo. Witkoff planeaba viajar a Turquía el miércoles para discutirlo directamente con Zelenski. Esa reunión no se llevó a cabo. La parte estadounidense consideró que los ucranianos estaban dando marcha atrás en su disposición a participar en el plan. Un funcionario ucraniano atribuyó el hecho a una falta de comunicación, afirmando que el equipo de Zelenski creía que Witkoff y Kushner solo ofrecían ideas iniciales, mientras que los estadounidenses lo consideraban una propuesta formal.

Ahora le correspondería a Driscoll presentar formalmente el plan a Zelenski en persona, el jueves pasado, y presionarlo para que lo aceptara. Así llegamos a lo conocido: paz en Ucrania; garantías de seguridad; seguridad en Europa; futuras relaciones de Estados Unidos con Rusia y Ucrania. La noticia fue recibida con desconcierto por los funcionarios de las capitales europeas y por muchos en Washington y Kiev que aún no estaban al tanto. Entre otras duras concesiones, se pediría a Ucrania que cediera territorio adicional al que Rusia ya controlaba.

Cuando los funcionarios europeos llamaron inicialmente al Departamento de Estado para solicitar aclaraciones, se les dijo que no era un "plan Trump", según dos diplomáticos. Pero Trump no solo aceptó el plan, sino que exigió que Ucrania lo firmara antes del Día de Acción de Gracias, este 27 de noviembre. Tras la reunión entre Zelenski y Driscoll del jueves, un funcionario estadounidense afirmó que se había acordado un "plazo estricto para la firma".

Al final, dicen estas fuentes, Zelenski aceptó usar el plan como base para las negociaciones porque sabía que no podía permitirse rechazarlo. La presión aumentaba cada hora. El mandatario hizo un llamado al pueblo ucraniano el viernes. Ucrania corría el riesgo de "perder nuestra dignidad" o perder el apoyo de EEUU, advirtió. "Esperarán una respuesta nuestra".

Al menos algunos miembros de la Administración Trump, entre ellos Rubio, creían que las cosas se habían precipitado demasiado. El alto funcionario de la administración afirmó que Driscoll "se adelantó" al mantener "conversaciones de paz a gran escala" con altos funcionarios ucranianos. "Por supuesto, los ucranianos dicen que estamos intentando obligarlos a aceptar un acuerdo con Rusia. Es lo que hacen. No era cierto. Ni un minuto. Pero nos superaron un poco", dijo el funcionario.

Fue el propio Trump quien declaró al final la fecha límite del Día de Acción de Gracias, en parte por su malestar con Zelenski. El alto funcionario de la Administración afirmó que el presidente sintió el viernes que la situación se estaba complicando demasiado. Envió a Rubio a Ginebra, junto con Witkoff, Kushner y Driscoll. Las declaraciones de Rubio, tanto públicas como privadas, generaron cierta confusión sobre la seriedad del plan estadounidense y su opinión personal al respecto. Sin embargo, una vez en Suiza, Rubio informó al equipo ucraniano que Estados Unidos no estaba dispuesto a reunirse hasta que emitieran un comunicado declarando que no se trataba de un plan ruso y que Ucrania contaba con la participación de sus homólogos.

La parte estadounidense acusó a Ucrania de filtrar información negativa a la prensa estadounidense. Ucrania accedió a emitir un comunicado positivo para aclarar la situación.

Sin embargo, no todo fueron malas noticias para Ucrania. Por un lado, EEUU había empezado a referirse a los 28 puntos como un "marco", no como una oferta final. Y en la reunión, Estados Unidos se mostró dispuesto a incorporar aspectos de las contrapropuestas de Ucrania. 

Si bien tanto Estados Unidos como Ucrania emitieron un comunicado positivo sobre las conversaciones del domingo en Ginebra, las reuniones, que duraron varias horas, fueron tensas. Rubio elogió "el día más productivo que hemos tenido en este asunto". De vuelta en Washington D. C., Trump acusó a los ucranianos de ingratitud, sin embargo. En cuanto a la fecha límite de Acción de Gracias impuesta por Trump, Rubio afirmó que el verdadero objetivo era llegar a un acuerdo "lo antes posible".

Si las conversaciones muestran más avances, Trump y Zelenski podrían reunirse esta semana o a principios de la próxima, según dos fuentes con conocimiento del tema. No se ha fijado una fecha pero se ha rebajado el ultimátum. 

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Soy redactora centrada en Global y trato de contar el mundo de forma didáctica y crítica, con especial atención a los conflictos armados y las violaciones de derechos humanos.

 

Sobre qué temas escribo

Mi labor es diversa, como diverso es el planeta, así que salto de Oriente Medio a Estados Unidos, pero siempre con el mismo interés: tratar de entender quién y cómo manda en el siglo XXI y cómo afectan sus decisiones a la ciudadanía. Nunca hemos tenido tantos recursos, nunca hemos tenido tanto conocimiento, pero no llegan ni las reformas ni la convivencia prometidas. Las injusticias siempre hay que denunciarlas y para eso le damos a la tecla.

 

También tengo un especial empeño en la actualidad europea, que es la que nos condiciona el día a día, y trato de acercar sus novedades desde Bruselas. En esta ciudad y en este momento, la defensa es otra de las materias que más me ocupan y preocupan.

 

Mi trayectoria

Nací en Albacete en 1980 pero mis raíces son sevillanas. Estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, donde también me hice especialista en Comunicación Institucional y Defensa. Trabajé nueve años en El Correo de Andalucía escribiendo de política regional y salté al gabinete de la Secretaría de Estado de Defensa, en Madrid. En 2010 me marché como freelance (autónoma) a Jerusalén, donde fui corresponsal durante cinco años, trabajando para medios como la Cadena SER, El País o Canal Sur TV.

 

En 2015 me incorporé al Huff, pasando por las secciones de Fin de Semana y Hard News, siempre centrada en la información internacional, pero con brochazos de memoria histórica o crisis climática. El motor siempre es el mismo y lo resumió Martha Gellhorn, maestra de corresponsales: "Tiro piedras sobre un estanque. No sé qué efecto producen, pero al menos yo tiro piedras". Es lo que nos queda cuando nuestras armas son el ordenador y las palabras: contarlo. 

 

Sí, soy un poco intensa con el oficio periodístico y me preocupan sus condiciones, por eso he formado parte durante unos años de la junta directiva de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) España. Como también adoro la fotografía, escribí  'El viaje andaluz de Robert Capa'. Tuve el honor de recibir el XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla por mi trabajo en Israel y Palestina y una mención especial en los Andalucía de Periodismo de la Junta de Andalucía (2007). He sido jurado del IV Premio Internacional de Periodismo ‘Manuel Chaves Nogales’.

 

 


 

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