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Trump y Gaza: las lagunas y dudas de un plan que tiene más de rendición que de paz

Trump y Gaza: las lagunas y dudas de un plan que tiene más de rendición que de paz

El presidente de EEUU ha presentado una propuesta más armada, más meditada y con más apoyos, pero sigue priorizando el interés de Israel, no da voz a los palestinos y es extremadamente frágil. Tampoco hay justicia ni reparación. Hamás parece inclinarse al sí, pero no ha terminado el plazo.

El presidente de EEUU, Donald Trump, estrecha la mano del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el 29 de septiembre de 2025, tras su comparecencia en Washington para anunciar un plan para Gaza.Jim Lo Scalzo / Pool / EPA / EFE

"Hoy es, potencialmente, uno de los mejores días de la historia de la civilización". Ya estamos acostumbrados a las exageraciones de Donald Trump, pero la de ayer se llevó la palma. El presidente de Estados Unidos acudió a una comparecencia sin preguntas con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, para presentar un "plan de paz" para Gaza que ponga fin a los casi dos años de choque entre Tel Aviv y Hamás y establezca los pilares de una solución global al conflicto palestino-israelí. 

Todo muy bonito, pero hay varios problemas, para empezar: que es una hoja de ruta, no un acuerdo cerrado sobre el que ser triunfalistas; que es una propuesta de parte, con un mediador escorado, que ha escuchado sólo a un bando, sin contar con negociador palestino alguno; o que no hay flexibilidad para debatir, porque es un "lo tomas o lo dejas", un trágala y un ultimátum que anuncia aún más dolor para los gazatíes si no sale adelante. 

Sus 20 puntos (los puedes leer completos al final de esta noticia) son la propuesta más seria hecha hasta ahora por el republicano, eso es cierto. Nunca ha concretado tanto los pasos ni ha logrado tanto apoyo internacional para una estrategia que -al fin lo ha comprendido- tiene que ser gradual y de futuro. Contempla un alto el fuego más la liberación de rehenes en manos del Movimiento de Resistencia Islámica (una cincuentena entre vivos y muertos), la entrada de ayuda a la franja, la creación de un Gobierno de transición sin presencia de Hamás (que tiene que dejar las armas)  y tutelado por EEUU, y la posibilidad de negociar en el futuro un Estado palestino. 

Sin embargo, todo es un castillo de naipes que se asienta en dos cartas muy endebles: una, es Hamás, que este martes, según la CBS, ha apuntado que se inclinaría hacia el sí, pero sigue estudiándolo, y que puede convertirlo en papel con rechazarlo, como ya ha hecho otra de las milicias palestinas, la Yihad Islámica. La otra es el Israel de Netanyahu, a quien no se le pone absolutamente ninguna condición; en su caso, no hay exigencias, sino condicionales, siempre que se cumpla con el retorno de los secuestrados. Nadie garantiza que, una vez en casa, Bibi y sus ministros ultranacionalistas y religiosos vayan a mantener las siguientes fases comprometidas. Ya pasó en las treguas previas y lo que vino luego fue mucho peor, del hambre a la invasión terrestre. 

Aun así, la matanza en Gaza es tan brutal (los muertos llegan a 66.000) y el calvario de los rehenes retenidos por Hamás es tan inasumible, que cualquier esperanza de que pare la muerte y la sangre y la tortura se toma con cierto optimismo. Los países occidentales y los árabes "saludan" la propuesta, le dan la "bienvenida", entienden que es un "primer paso". Pero no por ello hay que dejar de resaltar las lagunas y dudas que suscita el plan trumpista. 

Soldados israelíes caminan por su lado de la frontera con Gaza, el 30 de septiembre de 2025.Amir Cohen / Reuters

Ausencias y peros

"Son los únicos que quedan. Todos los demás lo han aceptado". Trump lo dejó claro en su intervención de ayer en Washington: la pelota está en el tejado de Hamás. La presión se ha redoblado en las últimas horas al ver que hasta los negociadores árabes, Egipto y Qatar, se pliegan a los 20 puntos, respaldados también por los europeos. A pesar de esta última posible inclinación por el sí, los mensajes transmitidos recientemente por el partido-milicia no parecían ir en el camino feliz de Trump. 

Ghazi Hamad, miembro de la oficina política de Hamás, dejó claro en una entrevista en la CNN, por ejemplo, que hay pocas señales de que estén dispuestos a liberar a los 48 rehenes restantes o a moderar su postura, como oponerse a la exigencia de Israel de su desarme total. Entiende que el intento de Israel de asesinarlo a él y a otros negociadores de Hamás en Qatar es una señal de que Tel Aviv no se tomaba en serio la paz. También expresó su desconfianza hacia Trump y el equipo estadounidense, en general, por ser negociadores partidistas. El norteamericano, aun así, incidió ayer en que los líderes de la milicia "han sido asesinados tres veces", por lo que ahora están tratando "con personas diferentes a las que hemos tratado en los últimos cuatro o cinco años", y eso le hace ser más positivo.

Entregar a los rehenes en 72 horas obligaría a Hamás a renunciar a su principal influencia, porque esas personas siguen siendo la mejor baza para sentar a Israel en la mesa de negociaciones. Sin ellas, no habrá miedo a una ofensiva aún mayor, a por todas, para lograr el segundo objetivo declarado de Netanyahu en Gaza: acabar con el grupo que lanzó los atentados del 7 de octubre de 2023 y dejó 1.200 muertos, además de 250 rehenes.

Hamás, es muy posible, percibirá el plan de Trump como un ultimátum para que se rinda o, de lo contrario, EEUU respaldará a su mejor amigo, Israel. Lo dijo sin duda el norteamericano. "Como bien sabes, Bibi, contarías con todo nuestro apoyo para hacer lo que tuvieras que hacer", fue su frase exacta. No obstante, puede que una parte de los actuales dirigentes islamistas esté convencida de que tal vez deberían rendirse, dado el baño de sangre en la franja, en la que han surgido grupos disidentes y donde se han vivido algunas manifestaciones. Aún así, muy complicado decirles que no serán nada, cuando llevan controlando la franja desde 2007, tras ganar las elecciones. 

"Desafortunadamente, este plan está lleno de minas, minas enormes que podrían socavar incluso su implementación", declaró anoche Mustafa Barghouti, cofundador de la Iniciativa Nacional Palestina, en la misma cadena de noticias norteamericana. "La mayor mina aquí es qué hará Israel después de recuperar a sus prisioneros o rehenes. ¿Reactivará Netanyahu la guerra? ¿Qué garantías hay de que no lo hará?", se preguntó.

Una de las mayores desventajas, evidentes, del plan de Trump es que adolece de equidad. Los palestinos no participan en la operación. El mundo se llevaba las manos a la cabeza cuando en febrero el magnate impulsó las negociaciones para una salida negociada a la invasión rusa de Ucrania... sin Ucrania. Nadie dice nada al respecto de Hamás o de la Autoridad Nacional Palestina en este caso. 

Según el plan de Trump, un grupo con "tecnócratas" palestinos, sin afiliación a ninguna facción política, gobernará Gaza tras el fin de la guerra. Pero ese liderazgo no será elegido por el pueblo palestino, sino por un nuevo organismo internacional que supervisará la implementación del proyecto. Trump afirmó que esta organización, denominada "Junta de Paz", se encargará de garantizar el éxito del acuerdo y de reunir a líderes regionales e internacionales clave. Él mismo, "un caballero", presidirá el organismo de supervisión. "Lo haremos bien… Tendremos una junta. Una de las personas que quiere estar en la junta es el ex primer ministro del Reino Unido, Tony Blair", avanzó.

"Un buen hombre, muy buen hombre. Y algunos otros", dijo, al confirmar que el británico será el rostro reconocible de ese pseudogabinete. Bueno y polémico y lleva semanas reuniéndose con Jared Kushner, yerno de Trump, marido de Ivanka, judío inversor hasta en asentamientos e impulsor de los llamados Acuerdos de Abraham, por los que Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos han normalizado sus relaciones con Tel Aviv. Kushner fue asesor del presidente en su primer mandato pero hoy es gestor de buena parte de los negocios privados de su familia y de la familia Trump en Oriente Medio. 

Tony Blair en un acto del Instituto Tony Blair para el Cambio Global, en el Hotel St. Regis de Washington, el 24 de octubre de 2024.Paul Morigi / Getty Images

El documento de Trump establece, además, que las autoridades de transición tomarían el control de Gaza hasta que la Autoridad Palestina haya completado su programa de reformas y pueda retomar el control de Gaza de forma segura y efectiva. Sin embargo, aún no está claro quién certificaría que la ANP está de hecho lista para ello ni qué requisitos debe cumplir para que pueda gobernar su territorio.

Los locales, los nacionales, serán residuales en el poder y sin capacidad de elección en la base. Una especie de tutela que, por un lado, desvela de nueva la visión infantilista con la que se mira al mundo árabe y a Palestina en particular, como si no supieran hacer las cosas por sí mismos y, por otro, revela que no se quiere contar con ellos para un futuro en el que la franja se mira como un negocio. Ya no se habla de Riviera, como a inicios de año, pero el plan abre la puerta a una gestión jugosa de la franja costera mediterránea por tiempo indefinido. Playa, sol, bolsas de gas y comercio. La propia reconstrucción en sí, que es lo que ansían los palestinos junto al armisticio, se ve como en una etapa lejanísima, sin concreciones. 

El plan de Trump habla de una fuerza internacional de estabilización que EEUU, sus socios árabes y otros amigos (el primero en ofrecerse, Indonesia) establecerán para supervisar la seguridad de Gaza tras la supuesta desmilitarización de Hamás. "Esta fuerza será la solución a largo plazo para la seguridad interna. Trabajará con Israel y Egipto para ayudar a asegurar las zonas fronterizas, junto con las fuerzas policiales palestinas recién entrenadas", describe el texto. 

No está claro qué países están dispuestos a enviar tropas a Gaza ni cuáles serían aceptables según el plan. La propuesta tampoco especifica las responsabilidades ni las normas de intervención de las posibles fuerzas de paz. ¿Actuarían como ejército, fuerza policial o fuerza de observación? ¿Se les encomendaría la tarea de enfrentarse a Hamás? ¿Podrían luchar contra las tropas israelíes para proteger a los palestinos en caso necesario?

Netanyahu, de pie junto a Trump en la comparecencia de prensa, sugirió que tiene otras ideas. "Israel conservará la responsabilidad de la seguridad, incluyendo un perímetro de seguridad, en el futuro previsible", declaró. "Gaza tendrá una administración civil pacífica que no estará dirigida ni por Hamás ni por la Autoridad Palestina, sino por aquellos comprometidos con una paz genuina con Israel". Los comentarios de Netanyahu también contradicen el plan de Trump sobre la gobernanza a largo plazo de Gaza. El documento, decíamos, sugiere que la ANP puede asumir el timón si cambia, pero Tel Aviv no quiere ver a sus dirigentes ni en pintura, porque dice que son tan "terroristas" como Hamás. 

Mahmoud Abbas y Donald Trump, reunidos en la ONU durante la Asamblea General de septiembre de 2017, en Nueva York.Palestinian Presidency / Handout/Anadolu Agency / Getty Images

La propuesta establece que Israel se retiraría de Gaza "con base en estándares, hitos y plazos vinculados a la desmilitarización". Una vez más, la disposición no establece un cronograma para la retirada israelí ni estándares claros sobre cómo y cuándo se llevaría a cabo. Quién decidirá en última instancia cuándo se cumplirán estas condiciones es algo que no de dice en el documento.

Sea con quien sea, Israel tendría garantizado el control del perímetro de Gaza por tierra y se entiende también que la vigilancia de sus cielos y sus aguas. "Hasta que el territorio "esté debidamente protegido contra cualquier resurgimiento de una amenaza terrorista", se lee. Cercada estaba la franja desde 2007. ¿También se impondrán entonces controles al paso de bienes? ¿Es posible una reconstrucción con los controles previos al 7-O? ¿O acaso los materiales de obra para hacer negocio serán menos dañinos que los que iban destinados a mejorar un campo de refugiados?

Finalmente está la creación, un siglo de estos, del Estado palestino, vecino a Israel, en paz y seguridad, como apuntaba el proceso de paz en las últimas décadas. El documento de Trump no compromete nada pero deja la puerta abierta. Puerta que, esta madrugada, Netanyahu ha cerrado de golpe. ¿Habrá Estado palestino alguna vez en el futuro? "No, en absoluto", garantiza el líder del Likud. "No está escrito en el acuerdo", añade.

No hubo réplica de la Casa Blanca. Lo que resuena es la exigencia al otro lado. "Desafío a los palestinos a asumir la responsabilidad de su destino, porque eso es lo que les estamos dando. Les estamos dando la responsabilidad de su destino, para que condenen y prohíban totalmente el terrorismo y se labren un futuro mejor. No quieren la vida que han tenido. Han tenido una vida difícil con Hamás", zanjó el presidente Trump, quien en ningún caso hizo alusiones a los derechos que tienen los palestinos a su soberanía y su libertad. Todo fue tutela y orden y tono de "deberías estarme agradeciendo el regalo". 

Los condicionantes de Washington y Tel Aviv

A la espera de Hamás, como meta volante inmediata, esta hoja de ruta se ve rodeada de dudas también por lo que puedan hacer con ella tanto Washington como Tel Aviv. Empecemos por el ideólogo, por Trump. Aunque se muestra feliz y merecedor de un Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos y desvelos, parece olvidar lo complejo que es un conflicto de 80 años, con tantas aristas, tan pinchudas, que suelen hacer daño a quien entre ellas se mete. Planes de paz ha habido muchos en el pasado, pero una cosa es ponerlos negro sobre blanco y, otra, implementarlos.

El republicano ya ha visto en carne propia que sus fanfarronadas sobre conflictos como el de Ucrania, con grandes gestos y palabras, no han llevado a nada, a ninguna solución, y este puede ser de nuevo el caso, en el peor de los escenarios para los palestinos y los rehenes. Si se mete en la zarza de Oriente Medio y quiere de veras resultados que se vean, tiene que estar dispuesto a dedicar la mayor parte de sus esfuerzos a ello, tiene que poner toda su capacidad de persuasión en el asador no sólo con los árabes sino con el propio Netanyahu -que no deja de desmandarse- y tiene que confiar en las negociaciones, en que la diplomacia lleva caminos diferentes a sus exigencias y pataletas cortoplacistas. Ayer no se le vieron ganas de eso. Habló con prisa y con cansancio, recordando que él está muy ocupado y hay cosas a las que no llega (por ejemplo, responder a la prensa).

Luego está Netanyahu, que tiene en sus manos un win win. De esta oportunidad o saca a todos los rehenes de Gaza o tiene vía libre para terminar el trabajo en la franja, cueste lo que cueste. El premier israelí llegó a Washington el lunes más dependiente que nunca de Trump y de EEUU, a medida que se profundiza el aislamiento de su país, tanto por el genocidio en Gaza y las sanciones y límites que se le están imponiendo como por el reconocimiento más que simbólico del Estado palestino por parte de aliados históricos como Reino Unido, Francia, Canadá o Australia. 

Trump está aumentando la presión sobre el líder israelí, después de meses de hacer la vista gorda ante sus operaciones en Gaza. Ahora argumenta que, si bien Netanyahu es un guerrero, el pueblo israelí "quiere recuperar la paz. Quiere volver a la normalización en el sentido estricto". Y aunque ayer criticó a las naciones europeas por reconocer unilateralmente a Palestina, pareció comprender su razonamiento. "Creo que realmente lo hacen porque están muy cansados de lo que ha estado sucediendo durante tantas décadas". Eso es algo nuevo, por más que siga defendiendo que la declaración de ese Estado debe depender de un avance en un proceso negociador con Tel Aviv. 

Trump también mantuvo una conversación telefónica con Netanyahu y el primer ministro de Qatar, el jeque Mohammed bin Abdulrahman bin Jassim Al-Thani, en la que obligó a Bibi a mostrar su "pesar" por la muerte de un soldado qatarí en una incursión israelí contra los negociadores de Hamás en Doha (murieron cinco de ellos) y por violar la soberanía del país, este mismo mes. ¿Es esta una señal de que EEUU está dispuesto a usar su influencia sobre Netanyahu? Nadie lo sabe aún.

Netanyahu se le puso adulador, pese a todo. "Apoyo su plan para poner fin a la guerra en Gaza, que logra nuestros objetivos bélicos. Devolverá a Israel a todos nuestros rehenes, desmantelará la capacidad militar de Hamás, pondrá fin a su dominio político y garantizará que Gaza nunca más represente una amenaza para Israel", declaró desde Washington. Siendo quien es, hay un largo historial de palabras zalameras destinadas a presidentes de EEUU que luego no comprometen a nada y que, si se olvidan, no se reprochan. Puede volver a pasar. 

Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich, en la Puerta de Damasco, en el este de Jerusalén.Mostafa Alkharouf / Anadolu Agency via Getty Images

En el caso de que Hamás apruebe el texto, el reto para Netanyahu será regresar a casa y defenderlo ante unos ministros ultras que hoy mantienen en pie su gabinete y que no quieren en absoluto desprenderse de Gaza, sino colonizarla. Es una "enorme riqueza inmobiliaria", dice el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, quien ha desvelado que se estaba negociando con EEUU para optimizar el reparto de la tierra palestina. Está por ver si Netanyahu se enfrentará a sus ministros más radicales, contrarios al plan de Trump como están dejando claro en estas horas, si los convencerá de seguir adelante con él o se verá forzado a ir a elecciones. 

Tampoco hay que olvidar que el texto de Trump no habla de Cisjordania, por lo que los ultras podrían dar el paso pretendido de anexarse el 82% del territorio palestino, como llevan diciendo semanas. 

Hay un escenario alternativo y quizás más probable, que es el que maneja hoy la prensa de Israel: que Bibi haya dicho sí a Trump con el práctico convencimiento de que Hamás va a decir que no, con lo cual ya no le compromete a nada. Queda bien ante la comunidad internacional, que ha aplaudido el texto, y ante el amigo americano, sin necesidad de crear una crisis interna de Gobierno. Más aún: incluso si aceptasen los islamistas, luego hay muchas fases por cumplir y no se tiene que completar todo el proceso. Ya pasó en treguas temporales pasadas: se sacó a los rehenes, se liberó a los presos, entró algo de ayuda y se volvió a la ofensiva. El ministro de Seguridad, Itamar Ben-Gvir, se le fue en protesta por llegar al armisticio y regresó en cuanto vio que sólo había sido un suspiro. 

El propio Netanyahu, denuncian los grupos de izquierda y algunos opositores a la guerra, ha antepuesto su supervivencia política a la paz, o en otras palabras, se mueve bien en un contexto de guerra, en el que se le piden menos cuentas por los fallos de seguridad del 7 de octubre y se ralentiza el triple proceso por supuesta corrupción que tiene abierto en los tribunales. 

Muchos condicionantes amenazan el plan de Trump. Hoy por hoy, no ofrece paz y, si llegase a hacerlo, por ahora carece de los apellidos indispensables que deben acompañar al cese de las armas: justicia y reparación. De eso no hay ni palabra. 

Los 20 puntos del plan

1.- Gaza será una zona libre de terrorismo y desradicalizada que no representará una amenaza para sus vecinos.

2.- Gaza será reurbanizada en beneficio de su población, que ya ha sufrido más que suficiente.

3.- Si ambas partes aceptan esta propuesta, la guerra terminará de inmediato. Las fuerzas israelíes se retirarán a la línea acordada para preparar la liberación de rehenes. Durante este tiempo, se suspenderán todas las operaciones militares, incluidos los bombardeos aéreos y de artillería, y las líneas de batalla permanecerán congeladas hasta que se cumplan las condiciones para la retirada completa y gradual.

4.- Dentro de las 72 horas siguientes a la aceptación pública por parte de Israel de este acuerdo, todos los rehenes, vivos y muertos, serán devueltos.

5.- Una vez liberados todos los rehenes, Israel liberará a 250 presos condenados a cadena perpetua y a 1700 gazatíes detenidos después del 7 de octubre de 2023, incluyendo a todas las mujeres y niños detenidos en ese contexto. Por cada rehén israelí cuyos restos sean liberados, Israel liberará los restos de 15 gazatíes fallecidos.

6.- Una vez liberados todos los rehenes, los miembros de Hamás que se comprometan a la coexistencia pacífica y a desarmar sus armas recibirán amnistía. A los miembros de Hamás que deseen salir de Gaza se les proporcionará un paso seguro a los países receptores.

7.- Tras la aceptación de este acuerdo, se enviará inmediatamente ayuda completa a la Franja de Gaza. Como mínimo, las cantidades de ayuda serán acordes con lo establecido en el acuerdo del 19 de enero de 2025 en materia de ayuda humanitaria, incluyendo la rehabilitación de infraestructuras (agua, electricidad, alcantarillado), la rehabilitación de hospitales y panaderías, y la entrada del equipo necesario para retirar escombros y abrir carreteras.

8.- La entrada de la distribución y la ayuda a la Franja de Gaza se realizará sin interferencia de ambas partes a través de las Naciones Unidas y sus agencias, la Media Luna Roja y otras instituciones internacionales no asociadas de ninguna manera con ninguna de las partes. La apertura del cruce de Rafah en ambas direcciones estará sujeta al mismo mecanismo implementado en virtud del acuerdo del 19 de enero de 2025.

9.- Gaza será gobernada por un comité palestino tecnocrático y apolítico, responsable de la gestión diaria de los servicios públicos y municipalidades para la población de Gaza. Este comité estará compuesto por palestinos cualificados y expertos internacionales, bajo la supervisión de un nuevo organismo internacional de transición, la "Junta de la Paz", que estará dirigida por el presidente Donald J. Trump, con otros miembros y jefes de Estado por anunciar, incluido el ex primer ministro Tony Blair. Este organismo establecerá el marco y gestionará la financiación para la reurbanización de Gaza hasta que la Autoridad Palestina complete su programa de reformas, tal como se describe en diversas propuestas, incluyendo el plan de paz del presidente Trump de 2020 y la propuesta franco-saudí, y pueda retomar el control de Gaza de forma segura y eficaz. Este organismo se basará en los mejores estándares internacionales para crear una gobernanza moderna y eficiente que sirva a la población de Gaza y favorezca la atracción de inversiones.

10.- Se creará un plan de desarrollo económico de Trump para reconstruir y revitalizar Gaza mediante la convocatoria de un panel de expertos que han contribuido al nacimiento de algunas de las prósperas y milagrosas ciudades modernas de Oriente Medio. Numerosas propuestas de inversión bien pensadas e ideas de desarrollo interesantes han sido elaboradas por grupos internacionales bien intencionados, y se considerarán para sintetizar los marcos de seguridad y gobernanza necesarios para atraer y facilitar estas inversiones que crearán empleos, oportunidades y esperanza para el futuro de Gaza.

11.- Se establecerá una zona económica especial con tarifas preferenciales y tasas de acceso que se negociarán con los países participantes.

12.- Nadie será obligado a abandonar Gaza, y quienes deseen hacerlo serán libres de hacerlo y de regresar. Animaremos a la gente a quedarse y les ofreceremos la oportunidad de construir una Gaza mejor.

13.- Hamás y otras facciones acuerdan no participar en el gobierno de Gaza, ni directa ni indirectamente, ni de ninguna forma. Toda la infraestructura militar, terrorista y ofensiva, incluyendo túneles e instalaciones de producción de armas, será destruida y no reconstruida. Se llevará a cabo un proceso de desmilitarización de Gaza bajo la supervisión de observadores independientes, que incluirá la inutilización permanente de armas mediante un proceso acordado de desmantelamiento, con el apoyo de un programa de recompra y reintegración financiado internacionalmente y verificado por observadores independientes. Nueva Gaza estará plenamente comprometida con la construcción de una economía próspera y la coexistencia pacífica con sus vecinos.

14.- Los socios regionales ofrecerán una garantía para asegurar que Hamás y las facciones cumplan con sus obligaciones y que Nueva Gaza no represente una amenaza para sus vecinos ni para su pueblo.

15.- Los socios regionales garantizarán que Hamás y las facciones cumplan con sus obligaciones y que Nueva Gaza no represente una amenaza para sus vecinos ni para su población. Estados Unidos colaborará con socios árabes e internacionales para desarrollar una Fuerza Internacional de Estabilización (FIS) temporal que se desplegará de inmediato en Gaza. La FIS capacitará y brindará apoyo a las fuerzas policiales palestinas acreditadas en Gaza y consultará con Jordania y Egipto, que cuentan con amplia experiencia en este ámbito. Esta fuerza será la solución a largo plazo para la seguridad interna. La FIS colaborará con Israel y Egipto para ayudar a asegurar las zonas fronterizas, junto con las fuerzas policiales palestinas recién capacitadas. Es fundamental impedir la entrada de municiones en Gaza y facilitar el flujo rápido y seguro de mercancías para reconstruir y revitalizar Gaza. Las partes acordarán un mecanismo de disuasión de conflictos.

16.- Israel no ocupará ni anexará Gaza. A medida que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) establezcan el control y la estabilidad, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se retirarán según los estándares, hitos y plazos vinculados a la desmilitarización que se acordarán entre las FDI, las FDI, los garantes y Estados Unidos, con el objetivo de lograr una Gaza segura que ya no represente una amenaza para Israel, Egipto ni sus ciudadanos. En la práctica, las FDI cederán progresivamente el territorio de Gaza que ocupan a las FDI, según un acuerdo que alcanzarán con la autoridad de transición, hasta su completa retirada de Gaza, con la excepción de un perímetro de seguridad que se mantendrá hasta que Gaza esté debidamente protegida frente a cualquier resurgimiento de la amenaza terrorista.

17.- En caso de que Hamás retrase o rechace esta propuesta, lo anterior, incluida la intensificación de la operación de ayuda, se llevará a cabo en las zonas libres de terrorismo cedidas por las FDI a las FDI. 

18.- Se establecerá un proceso de diálogo interreligioso basado en los valores de la tolerancia y la coexistencia pacífica para intentar cambiar la mentalidad y las narrativas de palestinos e israelíes, enfatizando los beneficios que pueden derivarse de la paz.

19.- Mientras avanza la reurbanización de Gaza y el programa de reforma de la Autoridad Palestina se ejecuta fielmente, podrían finalmente darse las condiciones para una vía creíble hacia la autodeterminación y la creación de un Estado palestino, que reconocemos como la aspiración del pueblo palestino.

20.- Estados Unidos establecerá un diálogo entre Israel y los palestinos para acordar un horizonte político para una coexistencia pacífica y próspera.

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Soy redactora centrada en Global y trato de contar el mundo de forma didáctica y crítica, con especial atención a los conflictos armados y las violaciones de derechos humanos.

 

Sobre qué temas escribo

Mi labor es diversa, como diverso es el planeta, así que salto de Oriente Medio a Estados Unidos, pero siempre con el mismo interés: tratar de entender quién y cómo manda en el siglo XXI y cómo afectan sus decisiones a la ciudadanía. Nunca hemos tenido tantos recursos, nunca hemos tenido tanto conocimiento, pero no llegan ni las reformas ni la convivencia prometidas. Las injusticias siempre hay que denunciarlas y para eso le damos a la tecla.

 

También tengo un especial empeño en la actualidad europea, que es la que nos condiciona el día a día, y trato de acercar sus novedades desde Bruselas. En esta ciudad y en este momento, la defensa es otra de las materias que más me ocupan y preocupan.

 

Mi trayectoria

Nací en Albacete en 1980 pero mis raíces son sevillanas. Estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, donde también me hice especialista en Comunicación Institucional y Defensa. Trabajé nueve años en El Correo de Andalucía escribiendo de política regional y salté al gabinete de la Secretaría de Estado de Defensa, en Madrid. En 2010 me marché como freelance (autónoma) a Jerusalén, donde fui corresponsal durante cinco años, trabajando para medios como la Cadena SER, El País o Canal Sur TV.

 

En 2015 me incorporé al Huff, pasando por las secciones de Fin de Semana y Hard News, siempre centrada en la información internacional, pero con brochazos de memoria histórica o crisis climática. El motor siempre es el mismo y lo resumió Martha Gellhorn, maestra de corresponsales: "Tiro piedras sobre un estanque. No sé qué efecto producen, pero al menos yo tiro piedras". Es lo que nos queda cuando nuestras armas son el ordenador y las palabras: contarlo. 

 

Sí, soy un poco intensa con el oficio periodístico y me preocupan sus condiciones, por eso he formado parte durante unos años de la junta directiva de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) España. Como también adoro la fotografía, escribí  'El viaje andaluz de Robert Capa'. Tuve el honor de recibir el XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla por mi trabajo en Israel y Palestina y una mención especial en los Andalucía de Periodismo de la Junta de Andalucía (2007). He sido jurado del IV Premio Internacional de Periodismo ‘Manuel Chaves Nogales’.

 

 


 

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