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El Parlamento israelí da luz verde a la anexión formal de Cisjordania: ¿qué supone?

El Parlamento israelí da luz verde a la anexión formal de Cisjordania: ¿qué supone?

La iniciativa, impulsada por un partido de extrema derecha, avanza con la ayuda de los socios de Netanyahu. Su partido, el Likud, se trata de desmarcar para que no le eche la bronca Trump. EEUU insiste en que "podría ser contraproducente".

Un soldado de Israel, ante unas pintadas con estrellas de David, en el centro ocupado de Hebrón, en Cisjordania.
Un soldado de Israel vigila un paseo de colonos por el centro de Hebrón (Cisjordania), el 13 de septiembre de 2025.Mamoun Wazwaz / Anadolu via Getty Images

Ya no son palabras, sino hechos. Desde ayer, hay en marcha un proyecto de ley para aplicar la ley israelí a Cisjordania, un territorio ocupado e internacionalmente reconocido como palestino, al igual que Gaza y el este de Jerusalén. La medida equivale a la anexión formal del mayor de los pedazos sobre el que Palestina quiere levantar, un siglo de estos, un Estado de pleno derecho. En realidad, la ocupación y las políticas de apartheid que se aplican cada día en la zona ya suponen una anexión de facto, pero ahora se busca su oficialización. La medida ya tiene la aprobación preliminar del parlamento israelí, la Knesset. 

La votación fue la primera de las cuatro necesarias para aprobar la ley y coincidió con la visita del vicepresidente estadounidense, J.D. Vance, a Israel, un mes después de que el presidente Donald Trump declarara que no permitiría que Israel anexara Cisjordania. Una de las pocas declaraciones de Washington contrariando a su aliado perpetuo en Tel Aviv.

Antes de su partida de Estados Unidos para emprender este viaje, el secretario de Estado Marco Rubio recordó el miércoles que Trump había "dejado claro" que la votación de la Knesset sobre la anexión "no era algo que apoyaríamos". "Creemos que incluso es una amenaza para el acuerdo de paz", dijo, refiriéndose al plan de Trump para poner fin a la guerra de Israel en Gaza. "Pensamos que podría ser contraproducente", dijo.

Un comunicado del hemiciclo detalló que el proyecto de ley fue aprobado para "aplicar la soberanía del Estado de Israel a los territorios de Judea y Samaria", como llama Israel a Cisjordania. Ahora pasará a la Comisión de Asuntos Exteriores y Defensa de la Knéset para su posterior deliberación.

El proyecto de ley fue presentado por Avi Maoz, líder del partido de extrema derecha Noam, que no pertenece a la coalición gobernante. El partido Likud, al que pertenece el primer ministro Benjamin Netanyahu, no apoyó el articulado, aprobado al final por 25 votos a favor y 24 en contra, de los 120 diputados totales. Un segundo proyecto de ley, presentado por un partido de la oposición y que proponía la anexión del asentamiento de Maale Adumim (entre Jerusalén y Belén, con cerca de 40.000 habitantes), ganó por 31 votos a favor y nueve en contra. 

Algunos miembros de la coalición gubernamental, desde el partido Poder Judío del ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, hasta la facción Sionismo Religioso del ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, votaron a favor del proyecto de ley. Así que no ha sido una iniciativa de Netanyahu, pero los mismos pilares en los que él se apoya para no caer la avalan y la harán avanzar en la siguientes etapas: su aprobación requerirá un largo proceso legislativo. "El pueblo ha hablado", dijo a las claras Smotrich en una publicación en X. "Ha llegado el momento de ejercer la plena soberanía sobre todos los territorios de Judea y Samaria –la herencia de nuestros antepasados– y de promover acuerdos de paz a cambio de la paz con nuestros vecinos, desde una posición de fuerza", escribió.

Justo estos miembros de la coalición de Netanyahu llevan años pidiendo a Israel la anexión formal de partes de Cisjordania, territorio con el que Israel cita vínculos bíblicos e históricos, el llamado Gran Israel. Una visión que choca por completo con la decisión del tribunal supremo de las Naciones Unidas, que declaró en 2024 que la ocupación israelí de los territorios palestinos, incluida Cisjordania, y sus asentamientos allí (con unas 700.000 personas viviendo en ellos) son ilegales y deben retirarse lo antes posible.

¿"Provocación"?

En un comunicado, no obstante, el Likud de Bibi calificó las votaciones como "otra provocación de la oposición destinada a dañar nuestras relaciones con EEUU". Por un lado, se avanza en una ocupación que nunca le ha molestado, sino que ha profundizado. Por otro, trata de mantenerse a salvo de la furia de Washington. "La verdadera soberanía no se logrará mediante una ley llamativa para que quede constancia, sino mediante un trabajo adecuado sobre el terreno", señala la misma nota. Tampoco ha criticado a sus socios en público.

Aún así, aunque la mayoría de los legisladores del Likud se abstuvieron o no se presentaron a la votación, uno de sus miembros, Yuli Edelstein, sí desafió a Netanyahu y emitió el voto decisivo a favor del proyecto de ley. "En este mismo momento, la soberanía israelí en todo nuestro territorio está a la orden del día", dijo en una publicación en X.

Israel argumenta que los territorios que capturó en la guerra de 1967, la de los Seis Días, no están ocupados legalmente porque se encuentran en tierras en disputa, pero las Naciones Unidas y la mayor parte de la comunidad internacional los consideran territorios ocupados, sin duda. El Ejecutivo de Netanyahu había estado considerando la anexión como respuesta al reconocimiento de un Estado palestino por parte de varios de sus aliados occidentales, como Francia o Reino Unido, en septiembre, pero pareció descartar la medida tras la objeción de Trump. Ahora, la iniciativa no es del Gobierno, pero avanza igualmente y con el apoyo de ministros. La anexión de la Cisjordania ocupada pondría fin de hecho a la posibilidad de implementar una solución de dos Estados para el conflicto palestino-israelí, como se describe en las incontables resoluciones de la ONU.

Avalancha de críticas

El propio Netanyahu no ha sido explícito sobre la anexión, desde que en 2020 desechó una promesa electoral anterior en favor de la normalización de las relaciones con los Emiratos Árabes Unidos y Baréin, en el marco de los Acuerdos de Abraham. Emiratos Árabes Unidos, el país árabe más destacado en establecer vínculos con Israel en virtud de estos tratados, negociados por Trump durante su primer mandato, advirtió ya el mes pasado que la anexión de Cisjordania era una línea roja para el estado del Golfo. Ahora hay que esperar a ver si dan el paso de la ruptura o se escudan en que el proceso en la Knesset aún no se ha completado. 

El alto funcionario emiratí Anwar Gargash, asesor diplomático del presidente de los Emiratos Árabes Unidos, declaró el miércoles a Reuters en Abu Dabi que el estado del Golfo creía haber evitado la anexión.

De momento, las votaciones han provocado una rápida condena del Ministerio de Asuntos Exteriores palestino, además de Hamás, Qatar, Arabia Saudita y Jordania. En un comunicado, el ministerio condenó la votación y afirmó que "rechaza firmemente los intentos de la Knesset de anexar tierras palestinas". "Los territorios palestinos ocupados en Cisjordania, incluida Jerusalén, y la Franja de Gaza, constituyen una única unidad geográfica sobre la cual Israel no tiene soberanía", indica.

Hamás, por su parte, dijo en un comunicado que los proyectos de ley reflejaban "la cara fea de la ocupación colonial". "Afirmamos que los intentos frenéticos de la ocupación de anexar tierras de Cisjordania son inválidos e ilegítimos", ahonda. 

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Qatar condenó igualmente la medida en los "términos más enérgicos", calificando las votaciones como una "flagrante violación de los derechos históricos del pueblo palestino y un desafío al derecho internacional".

La visión de España

El Gobierno de España también ha condenado este jueves la aprobación preliminar de esta anexión de Cisjordania. En un comunicado, el Ministerio de Asuntos Exteriores advierte de que el proyecto de ley, a pesar de carecer aún de validez jurídica, es contrario al derecho internacional y, en particular, de la Opinión Consultiva del 19 de julio de 2024 de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que determina que la ocupación es ilegal.

Para el Ejecutivo español, el acuerdo del Parlamento israelí es contrario además al espíritu del plan de paz estadounidense y a los principios recogidos en la Declaración de Nueva York para la implementación de la solución de los dos Estados.

El Gobierno reitera en la nota su condena a la expansión de los asentamientos, ilegales según el derecho internacional, y a cualquier iniciativa para impedir la solución de los dos Estados, "única vía para una paz duradera en la región", subraya.

En este sentido, expresa su "profunda preocupación" por la situación en Cisjordania, con "la violencia impune de los colonos, las operaciones militares y la estrategia pública de expansión de asentamientos", todos ellos, recalca, obstáculos para alcanzar la paz y la seguridad.

El estado de la cuestión

Desde la Guerra de los Seis días, se han creado grandes bloques de población en Cisjordania, con profusión de servicios y recursos naturales esquilmados a su propietario original, que cortan casi cualquier continuidad territorial, por ejemplo, con la hipotética capital del estado por venir, Jerusalén Este. Netanyahu ha sido el líder que más los ha expandido, pero se ha hecho siempre, con la derecha y con la izquierda.

La colonización va mucho más allá de las viviendas, porque cada ciudad se rodea de polígonos industriales y fábricas, además de complejos de ocio, que extienden la ocupación, y que tienen que ir acompañados de carreteras seguras para los judíos, más bases militares y puestos de control que garanticen su seguridad. Bocado tras bocado que se da a tierra reconocida como palestina, para lo que no hay reparo en demoler casas o en ocupar campos de labor si es necesario para alojar a los judíos, muy religiosos habitualmente, y que tienen subvenciones y facilidades del Estado para instalarse en estas zonas ocupadas.

Un palestino se asoma por encima del muro de Cisjordania, a la altura de Nilin, con una colonia israelí al fondo.AFP

Y luego, centro de ese territorio, hay distintas zonas, marcadas como A, B y C, en las que varía el grado de profundidad de la ocupación. Son las que siguen:

Área A. La Autoridad Palestina tiene el control total sobre la seguridad y sobre asuntos civiles. Supone el 18% del territorio y engloba las principales ciudades y los territorios de alrededor, sin asentamientos. En teoría los israelíes tienen prohibida la entrada a estas zonas, aunque en la realidad pueden entrar con bastante facilidad. Las Fuerzas de Defensa Israelíes suelen realizar incursiones para arrestar a posibles militantes.

Área B. Los palestinos tienen el control civil y comparten con los israelíes el control militar. Constituye el 21% del territorio e incluye principalmente pequeñas ciudades palestinas, pueblos y algunas tierras, pero ningún asentamiento.

Área C. Israel tiene el control civil y militar total. Supone algo más del 60% del territorio palestino e incluye todos los asentamientos (ciudades, pueblos, barrios), tierras, todas las carreteras que conectan los asentamientos con Israel (exclusivas para israelíes), así como áreas definidas como “zona de seguridad”, que incluye entre otras todo el terreno adyancente al muro de separación. Junto a los colonos, malviven unos 150.000 palestinos, la mayoría beduinos.

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Soy redactora centrada en Global y trato de contar el mundo de forma didáctica y crítica, con especial atención a los conflictos armados y las violaciones de derechos humanos.

 

Sobre qué temas escribo

Mi labor es diversa, como diverso es el planeta, así que salto de Oriente Medio a Estados Unidos, pero siempre con el mismo interés: tratar de entender quién y cómo manda en el siglo XXI y cómo afectan sus decisiones a la ciudadanía. Nunca hemos tenido tantos recursos, nunca hemos tenido tanto conocimiento, pero no llegan ni las reformas ni la convivencia prometidas. Las injusticias siempre hay que denunciarlas y para eso le damos a la tecla.

 

También tengo un especial empeño en la actualidad europea, que es la que nos condiciona el día a día, y trato de acercar sus novedades desde Bruselas. En esta ciudad y en este momento, la defensa es otra de las materias que más me ocupan y preocupan.

 

Mi trayectoria

Nací en Albacete en 1980 pero mis raíces son sevillanas. Estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, donde también me hice especialista en Comunicación Institucional y Defensa. Trabajé nueve años en El Correo de Andalucía escribiendo de política regional y salté al gabinete de la Secretaría de Estado de Defensa, en Madrid. En 2010 me marché como freelance (autónoma) a Jerusalén, donde fui corresponsal durante cinco años, trabajando para medios como la Cadena SER, El País o Canal Sur TV.

 

En 2015 me incorporé al Huff, pasando por las secciones de Fin de Semana y Hard News, siempre centrada en la información internacional, pero con brochazos de memoria histórica o crisis climática. El motor siempre es el mismo y lo resumió Martha Gellhorn, maestra de corresponsales: "Tiro piedras sobre un estanque. No sé qué efecto producen, pero al menos yo tiro piedras". Es lo que nos queda cuando nuestras armas son el ordenador y las palabras: contarlo. 

 

Sí, soy un poco intensa con el oficio periodístico y me preocupan sus condiciones, por eso he formado parte durante unos años de la junta directiva de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) España. Como también adoro la fotografía, escribí  'El viaje andaluz de Robert Capa'. Tuve el honor de recibir el XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla por mi trabajo en Israel y Palestina y una mención especial en los Andalucía de Periodismo de la Junta de Andalucía (2007). He sido jurado del IV Premio Internacional de Periodismo ‘Manuel Chaves Nogales’.

 

 


 

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