La coalición que aspira a desbancar a Netanyahu tiene enormes retos en economía o seguridad que dependen, aún, de que el primer ministro les quite algún tránsfuga.
El pacto se produce horas antes de que finalizara el plazo y superando las diferencias que hasta el momento habían impedido la formación de un gobierno de unidad.
El líder de Yamina, antiguo asesor de Bibi y exlíder de los colonos en la Palestina ocupada, sería el primer ministro si fructifica la alianza antiLikud.
La coalición que lidera Lapid tiene 58 escaños pero necesita al menos 61. Necesita de los partidos árabes. Sin contar con la posibilidad de tránsfugas que impidan la suma.
15 años ha estado el líder del Likud manejando el timón como primer ministro. Ya no más. Una alianza impensable de ocho partidos le ha quitado el trono.
La desunión entre las potencias, con EEUU firme en su defensa a ultranza de Israel, impide que se avance más allá de una petición de detener la violencia.
El líder del centrista Yesh Atid ha recibido el mandato de intentar formar Gobierno en Israel, tras el fracaso del actual primer ministro. Complicado pero factible.
El primer ministro y sus afines logran 52 escaños, frente a 57 de las fuerzas opositoras. Sólo lo salvaría la alianza con un partido árabe, vetada por sus socios ultras.
El primer ministro aspira a formar el Gobierno más ultra de la historia, aunque aún las sumas no son definitivas. El bloque opositor no tiene posibilidades de quitarle el trono.