Para muchos jubilados europeos, incluyendo españoles, el lugar en el que se encuentra la ciudad supone un obstáculo difícil de salvar, pese a su atractivo.
El canciller, Friedrich Merz, defiende que esta medida "costaría menos que las subvenciones federales cada vez más elevadas al seguro de pensiones" y permitiría a cada alemán "constituir un capital propio".