A Pedro Sánchez solo le falta caminar sobre las aguas

A Pedro Sánchez solo le falta caminar sobre las aguas

Ni tan siquiera una inflación del 9,8%, dato nefasto que hoy se ha conocido, le ha frenado porque lo ha achacado a los precios de la energía y la guerra de Ucrania.

Pedro Sánchez, esta mañana, en el Congreso de los Diputados.Europa Press News via Getty Images

El presidente, sin poder ocultar que está feliz como una perdiz tras su triunfo en el Consejo de Europa, ha llegado hoy al Congreso tratando de demostrar que es el  hombre capaz de hacer frente a pandemias, volcanes, incendios, tormentas de nieve, polvo subsahariano, el populismo de Vox o la oposición de Podemos. La oposición al completo ha convertido el ocultamiento del giro con el Sahara y Marruecos en el arma de la mañana. La soledad de Pedro Sánchez ha sido evidente. Justo lo que intentaba evitar Moncloa.

Ni tan siquiera una inflación del 9,8%, dato nefasto que hoy se ha conocido, le ha frenado porque lo ha achacado a los precios de la energía y la guerra de Ucrania, y ha prometido doblegarlo con el plan de choque que hoy presentaba. Eso sí, ha admitido que el dato era malo.

La sesión, donde Sánchez desgranaba el Plan de choque contra la guerra de Ucrania y ha pasado de puntillas sobre el asunto del Sahara, ha sido extrañamente calmada en las bancadas. Aún resulta raro mirar el escaño del líder de la oposición y verlo vacío. Hoy puede ser la última semana de Cuca Gamarra, que aunque ha aprovechado la grieta saharaui, no ha dejado grandes titulares. Mejor no meter la pata como despedida.

Abascal ha subido a la tribuna a golpe de trending topic, suena a chirigota la palabra filosofía en boca del líder de Vox, famoso precisamente por su vasta cultura. El tema ha durado un minuto, y ya es mucho. No vaya a ser que alguien le pregunte qué filósofo le inspira y le venga a la mente Putin, al que su partido se ha negado a retirar la llave de oro de Madrid. En las réplicas ha citado a los sofistas para comparar a Sánchez con ellos. Embaucadores y charlatanes, los sofistas quedan lejos aún del populismo de Vox, capaz de dar la vuelta a su negacionismo climático, cuando lo que más castiga al campo del que se han erigido en defensores es precisamente el cambio climático.

Sánchez traía trabajado el dato de la inflación -el peor en los últimos 37 años- y no ha dudado en reconocerlo para neutralizar las críticas. Algo raro en él, ha comenzado pidiendo “benevolencia” a los miembros del Congreso, apelando a la “unidad en un momento en que nuestra salud es atacada por un virus y nuestra libertad por un tirano”.

Aunque ha insistido en un “no me quiero poner dramático” ha tirado de dramatismo, incluso rozando el victimismo. Y luego ha incluido el asunto del Sáhara y la carta que el Gobierno marroquí filtró antes de que el Gobierno de Sánchez, como relleno de un sandwich, de pasada. La obsesión de La Moncloa era, ante todo, disimular la soledad de Pedro Sánchez en su nueva posición sobre Marruecos y la forma tan extraña de comunicarlo. Frente a él, en la tribuna de invitados, un nutrido grupo de saharauis que habían ido a entregar firmas con el apoyo de Podemos, le recordaban solo con su presencia lo que ha hecho.

Aitor Esteban nada más subir a la tribuna ha cargado en idéntico sentido que el resto de los partidos. Solo que en el caso del PNV, para muchos la “sensatez” y el aburrimiento afortunado en este Parlamento, que Esteban comience diciendo a Sánchez “usted tenía que haber dado la cara aquí el miércoles pasado” y le reprochara la gestión del Sahara, cuando Argelia acaba de retirar al embajador, ha sido la confirmación final de que el asunto del Sahara no se iba a quedar en la cuenta. Al menos no esta mañana. Esteban, además, le ha reprochado a Sánchez una de esas cosas que tocan la fibra de Moncloa, “la política debe de tener algo de alma y el alma no es solo la política humanitaria” La falta de “alma” del presidente, la frialdad, es algo que intentan combatir sus asesores. Con menos éxito del que buscan.

En una larga sesión, cuando el presidente expone durante más de un hora y veinte hay momentos para todo, incluso para observar detenidamente el hemiciclo. Y lo más entretenido son las filas de la derecha y cómo se recolocan las fuerzas, a la vista de los cambios del PP y la llegada de Feijóo. Quizá uno de los que llama la atención es la movilidad del diputado Alberto Casero. Si, recuerdan bien, aquel que se equivocó en la votación de la Reforma Laboral, el diputado que era mano derecha de Teodoro García Egea, que hoy había recorrido escaños y charlaba, cabeceaba, al lado de Bermúdez de Castro, una de las señorías del PP con más experiencia, mejor formado en las tablas de esta cámara, veterano fontanero y del que se dice que volverá a recuperar protagonismo con Feijóo. Casado y Egea le aparcaron, aunque con cierta delicadeza.

El sitio vacío del líder de la Oposición es tentador, tanto que han sido varios los diputados que disimuladamente lo han calentado, entre ellos Jaime de Olano o Guillermo Mariscal. Cuca Gamarra no se ha movido de su sillón a la derecha del líder inexistente. Habrá que ver si en la próxima sesión de control colocan un corpóreo de Feijoó en cartón o siguen con el juego de las sillas.

Del otro lado, Sergio Sayas, el diputado de UPN que protagonizó también aquella jornada agónica de la votación de la reforma, el que mintió a su partido sobre su voto con el compañero Carlos Garcia Adanero, y que ahora cada vez que se levanta de su escaño, apoya la mano y se inclina para la charla sobre los diputados de Vox. Así es la política con determinados personajes. A ver si ahora que se le ha cerrado la puerta del PP, se abre la de Vox.

Y todo esto cuando ha saltado a la palestra Santiago Abascal. El líder de Voz aprovecha sin pudor la ausencia del liderazgo del PP; desde la tribuna miente, oculta datos y se envalentona sin pudor en el mejor estilo del trumpismo. Hoy, Abascal se ha vestido con el traje de las compañías energéticas, esas pobres que “cierran centrales” aunque la gente se muera de frío en sus casas, aunque la realidad es son las propias eléctricas las que no tienen interés desde hace tiempo en mantener abiertas las centrales que ellos mismos cierran. Sigue intentando acuñar en los medios y en las redes dos palabras, “fanatismo climático”, culpable de todo, como las desgracias de los agricultores y ganaderos de este país; y no ha tenido pudor en denunciar la dependencia del campo, de los agricultores, de Bruselas, es decir de la Unión Europea. Para quienes tengan dudas de si Vox carga o no contra la UE.

Y cuando Sánchez despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí.

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Ana Ramírez Cañil es periodista. Nació en Madrid, pero es de Rascafría. Ha trabajado en Cinco Días, en la revista Mercado, en la primera La Gaceta de los Negocios. Entre 1984 y 1985 vivió en Nueva York. Redactora jefe del semanario El Siglo, directora de «Informe Semanal», delegada de El Periódico de Catalunya en Madrid, subdirectora de soitu.es. En 2010 crea con Pilar Portero la web de política y economía tu2is.es. Es Premio Espasa de Ensayo por La mujer del Maquis y autora de Si a los tres años no he vuelto (Ed. Espasa). Sigue a Ana Cañil en Twitter en http://twitter.com/anarcanil Pilar Portero es periodista, ha trabajado, por orden cronológico, en Radio3, en la revista de información general El Siglo, en el Negocios de El País, en el Magazine de El Mundo, en la Sección de Madrid de El Mundo, en elmundo.es, desde el año 2000. Es una de las fundadoras de soitu.es, en donde trabajó desde 2007 hasta el cierre. En 2010 crea con Ana R.Cañil la web especializada en política y economía tu2is.es. Sigue a Pilar Portero en Twitter en http://twitter.com/pilarportero