Propuestas, desaires y ultimátums: los nervios se instalan en las negociaciones sobre la paz en Ucrania
Los medios de EEUU desvelan las líneas maestras de un acuerdo que, como se esperaba, viola la soberanía del país invadido, que lo ve inaceptable. Cuando se iba a lanzar un mensaje de unidad de Occidente, Washington lo ha reventado de nuevo.

Donald Trump prometió que habría paz en Ucrania a las 24 horas de su toma de posesión como presidente de Estados Unidos, el pasado 20 de enero. Ya sabe el mundo que eso no es así, pero ahora la preocupación va mucho más allá de ese calendario incumplido: al fin inició su hoja de ruta para sentar a negociar a invadidos (ucranianos) e invasores (rusos), comenzaron unos anémicos contactos indirectos y se ha llegado a un punto de estancamiento importante. Hay que arrancar compromisos o abandonar el barco, dice Washington.
El cansancio del republicano es evidente. Un político que odia las guerras no por el dolor que causan sino por el dinero que le hacen perder quiere resultados inmediatos. Persianazo y a otra cosa. Y no es lo que tiene, porque se enfrenta a un país soberano que trata de defenderse y a un líder autoritario muy listo y exigente que no va a ceder fácilmente.
Estamos en horas clave del proceso. Trump ha anunciado como inminente, para esta semana, la presentación de su propuesta final de paz, que los medios norteamericanos ya están filtrando -es dura para Ucrania y su presidente, Volodimir Zelenski, se niega a acatar-, mientras que el presidente ruso, Vladimir Putin, ha dado la primera señal formal de que podría ceder en alguno de sus irrenunciables. En paralelo, este miércoles estaba prevista una importante reunión en Londres destinada a reunir a las principales fuerzas occidentales que hasta ahora han apoyado a Kiev (la propia EEUU, Reino Unido, Francia y Alemania), pero ha sido degradada hasta la mínima expresión por culpa der Washington.
¿La razón? Un encuentro que iba a ser de alto nivel, con la presencia de los ministros de Exteriores de estas naciones más Ucrania, ha pasado a ser un encuentro técnico y ya después de que el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, dijera que no asistiría a la cumbre, intensificando un enfrentamiento entre Washington y Kiev. De fondo, las revelaciones sobre lo que va a ponerle a firmar por delante Trump a Zelenski: no se entra en la OTAN, se cede Crimea, se desprende de las cuatro regiones del Donbás ocupadas por Rusia (o buena parte de ellas)... La portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, dijo esta pasada noche que Rubio ya no asistiría debido a "problemas logísticos". Sin más explicaciones.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Londres confirmó esta mañana el aplazamiento de la reunión. "Las conversaciones oficiales continuarán, pero a puerta cerrada para los medios de comunicación", declaró el departamento en un mensaje a la prensa. El enviado especial del presidente Donald Trump para Ucrania y Rusia, Keith Kellogg, es quien al final ha representado representará a EEUU en Londres, pero en una cita ya edulcorada: nadie va a hacer un anuncio de calado cuando no están presentes los primeros espadas, cuando se ha decretado que todo el encuentro sea a puerta cerrada y no hay previsión de dar una rueda de prensa formal.
Pese a ello, Kellogg ha tratado de ser el más conciliador de los portavoces de Trump, apostando por mantener "reuniones técnicas sustanciales y eficaces" con sus homólogos europeos. También echó un jarro de agua fría a las expectativas por venir: Rubio, dijo, va a programar otro viaje a Reino Unido "en los próximos meses". O EEUU va a desplazar por completo a los otrora aliados europeos de esta negociación, o creen que va para muy largo o aún hay opciones de que la quedada sea en otro lugar (París, previsiblemente). Nada es muy esperanzador a corto plazo.
El vicepresidente estadounidense, J. D. Vance, no ve desaire alguno en el gesto de Rubio y se aferra a la versión oficial de problemas de agenda. Sin embargo, hoy, durante la visita oficial que está llevando a cabo en La India, dijo a los medios: "Hemos presentado una propuesta muy explícita tanto a los rusos como a los ucranianos y es hora de que acepten o de que EEUU abandone este proceso. Hemos realizado un trabajo diplomático extraordinario, de campo". Un ultimátum que se asemeja al que el propio Trump dio hace cuatro días: "Estamos hablando de que la gente morirá. Idealmente, vamos a evitarlo. Ahora bien, si por alguna razón una de las dos partes lo dificulta mucho, simplemente les diremos: 'Son unos tontos, unos necios, son gente horrible', y simplemente lo ignoraremos".

Lo que ha puesto Trump sobre la mesa
La semana pasada, en París, ya se celebró otro encuentro técnico, en el que Reino Unido, Francia y Alemania debatieron un marco estadounidense para un alto el fuego, del que fueron informados, sin que generara entusiasmo. Esa propuesta se va viendo ya con claridad, a falta de la confirmación oficial, por filtraciones a la prensa de altos funcionarios de EEUU. Como dicen Axios, el New York Times o el New York Post, Trump establecería en la llamada "oferta final" un alto el fuego en el frente de guerra, más el reconocimiento (de iure) del control ruso sobre Crimea, la península ucraniana meridional anexada ilegalmente por Moscú en 2014, y también el reconocimiento (de facto) de la ocupación rusa de casi toda la provincia de Luhansk y las zonas ocupadas de Donetsk, Jersón y Zaporiyia, regiones que Putin declaró como parte de la Federación Rusa en 2022, pero donde hay aún resistencia y control parcial de los ucranianos.
Cualquier medida que reconozca el control de Rusia sobre Crimea revertiría una década de política estadounidense, dando un giro impensable hace apenas tres meses, cuando Joe Biden iba a salir de la Casa Blanca.
El norteamericano daría a su homólogo ruso una promesa de que Ucrania no se convertirá en miembro de la OTAN, como se dijo desde el minuto uno, pero sí que podría formar parte de la Unión Europea (UE). También se acometería el levantamiento de las sanciones impuestas desde 2014 y se establecería una mayor cooperación económica Washington-Moscú, especialmente en los sectores energético e industrial.
Lo que EEUU plantea a Ucrania es que va a tener "una sólida garantía de seguridad" que involucra a un grupo ad hoc de países europeos y, potencialmente, también países no europeos afines a su causa. El documento es impreciso en cuanto al funcionamiento de esta operación de mantenimiento de la paz y no menciona la participación estadounidense: desde que lanzó su propuesta negociadora, Trump siempre ha dejado claro que no quiere que su gente participe en el escenario postbélico y que esto es cosa de los europeos.
A Kiev se le concedería la devolución de la pequeña parte de la provincia de Járkov que Rusia ha ocupado, el paso sin obstáculos del río Dniéper -que corre a lo largo de la línea del frente en partes del sur de Ucrania- y una compensación y asistencia para la reconstrucción, aunque el documento no especifica de dónde provendrá la financiación ni de cuánto dinero hablamos.
La sólida información de Axios añade que la central nuclear de Zaporizhia, la mayor instalación de este tipo en Europa, se considerará territorio ucraniano, pero será operada por EEUU, y se suministrará electricidad tanto a Ucrania como a Rusia. El documento hace referencia, también, al acuerdo sobre minerales entre Estados Unidos y Ucrania, que Trump ha dicho que se firmará el jueves.
Vance, sin entrar en detalles, ha dicho esta mañana: "Hemos presentado una propuesta muy explícita tanto a rusos como a ucranianos, y ha llegado el momento de que la acepten o de que Estados Unidos se retire de este proceso", informa EFE. Tras una visita al Taj Mahal, el número dos de Trump explicó que esta "propuesta muy explícita" plantea un camino a seguir en el que cada bando renunciaría a una porción del territorio que actualmente controla. "Las líneas actuales, o un lugar cercano a ellas, es donde, en última instancia, creo que se definirán las nuevas fronteras del conflicto", señaló Vance, sugiriendo que Estados Unidos contempla un acuerdo que probablemente consolidaría una división territorial en las proximidades de las líneas de frente actuales.
El vicepresidente defendió la intensa labor diplomática llevada a cabo para comprender "¿Qué es lo que más importa a los ucranianos? ¿Qué es lo que más importa a los rusos?". "Considero que hemos elaborado una propuesta muy justa. Confío en que europeos, rusos y ucranianos lograrán finalmente resolver esta situación. Reitero mi optimismo al respecto. Creo que todos han negociado de buena fe, pero es momento de dar, si no el paso final, uno de los definitivos", aseveró.
Rubio y el Departamento de Estado han declarado públicamente que ese marco general de discusión se ha presentado a ambas partes para determinar si es posible reducir las diferencias a corto plazo. Aún quedan partes por detallar, insisten, hasta que el presidente Trump lo presente. Se espera que el enviado de Trump para Oriente Medio (y casi para todo), Steve Witkoff, viaje a Moscú esta semana para continuar las negociaciones con Putin, según informó la Casa Blanca el martes. El Kremlin confirmó la visita de Witkoff, pero no reveló más detalles, según medios estatales rusos.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, dijo el martes que las negociaciones "esperan avanzar en la dirección correcta", y se negó a decir cómo sería para su país "dar marcha atrás" en los esfuerzos de paz.
El presidente de Ucrania, Zelenski, ya dejó en claro el martes que estaba abierto a negociar con Rusia, pero que Kiev no aceptaría un acuerdo que reconozca el control de Crimea por parte de Moscú. "Ucrania no reconocerá legalmente la ocupación de Crimea", declaró a la prensa. "No hay nada que discutir. Va en contra de nuestra Constitución". Siempre ha sido una línea roja, como las cuatro regiones del Donbás, porque su soberanía quedaría mutilada.
Rusia, el lunes, había propuesto por primera vez la posibilidad de renunciar a su reivindicación total sobre las cuatro zonas del este de Ucrania que hasta ahora decía que eran propias al 100%, manteniendo partes bajo el mando de Kiev. El portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, se ha negado hoy a comentar estas revelaciones sobre el supuesto acuerdo detallado por EEUU, ni triunfalista ni enfadado. "Hay muchas filtraciones en los medios. Cualquier boceto de las opciones de acuerdo no puede hacerse público. En cuanto se hacen públicos, pierden su eficacia", ha dicho.
La tregua de postureo
Mientras tanto, la guerra se ha reanudado con toda su fuerza sobre el terreno en lo que llevamos de semana, después de un sorprendente alto el fuego durante el fin de semana de Pascua que ambas partes se acusaron mutuamente de violar. La iniciativa de parar durante 30 horas fue de Rusia, un paso inesperado, que casi no se implementó y que, desde luego, no se prorrogó. Básicamente, "Putin buscaba desviar la culpa de sus desastrosos esfuerzos de paz en la guerra de Ucrania, no causar menos bajas o menos daños. Era un gesto de cara a la galería", señala el coronel español retirado Manuel Gutiérrez.
El anuncio, dice, venía marcado ya por el "escepticismo", "en Ucrania y más allá", porque estaba claro, a su entender, que se trataba de "un cínico truco de propaganda, en medio de crecientes críticas de que Moscú se había convertido en un obstáculo retardante para la paz", lo que, añade, "es real y ha sido así desde el principio" por sus demandas. Para Gutiérrez, no obstante, el gesto revela además que "Putin podría suspender el conflicto en cualquier momento, alimentando las esperanzas de que la breve dejación de las armas pudiera prolongarse y convertirse en el inicio de algo más sustancial". No fue así.
Aunque Ucrania instó a Rusia a mantener el alto el fuego por más tiempo, llegó la medianoche tras el día de Pascua y no hubo prórroga. . "Esto nunca iba a ser el principio del fin de la guerra", indica el militar. Ahí están los datos de las acusaciones cruzadas: Moscú dice que hubo cerca de 5.000 violaciones del armisticio unilateral y temporal y Kiev, de otras casi 3.000 de su lado, sumando bombardeos y ataques terrestres.
Zelenski dice que no tenía esperanza alguna en esa tregua. Putin, por su parte, se rasga las vestiduras, indignado, porque su adversario no cumplió y de eso se ha quejado a Trump. "Ucrania, al no respetar la tregua de Pascua propuesta por el presidente ruso Vladimir Putin, ha demostrado que no es capaz de cesar el fuego ni siquiera durante 30 horas", dijo el domingo el embajador en misión especial del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso para los crímenes del régimen de Kiev, Rodion Miroshnik, en la televisión controlada por el Kremlin.
Rusia vendió el gesto como de buena voluntad, que expone a los líderes ucranianos y a sus partidarios europeos como el verdadero impedimento para un acuerdo con Trump. No soy yo, son los otros. "La Casa Blanca ha repetido reiteradamente los puntos de vista del Kremlin en el pasado y no es descabellado pensar que podría hacerlo nuevamente, que podría creerse que la culpa de no cumplir es de los ucranianos", dice Gutiérrez.
"En Moscú ha crecido la inquietud por lo que podría suceder si un impredecible Trump realmente se aleja de sus esfuerzos de paz en Ucrania, como ha amenazado con hacer si no hay avances pronto. La mayor preocupación de Putin es que Trump culpe a Rusia, refuerce el apoyo estadounidense a Kiev e imponga nuevas sanciones económicas duras a Moscú, lo que significaría el fin de los beneficios potenciales de una reconfiguración de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia", añade. Ya hemos pasado por el episodio de la retirada de ayuda militar y de inteligencia, por la orden de ver cómo levantar sanciones o cómo reintroducir a Rusia en el G7, pero si el republicano se enfada y va a la contra, puede hacer todo lo contrario, en busca de una salida distinta.
"Convencer a Trump de que Ucrania, no Rusia, es responsable del fracaso final de su proceso de paz es, sin duda, un objetivo importante del Kremlin y probablemente fue una razón clave por la que se declaró la tregua de Pascua", insiste Gutiérrez. "Nadie sabe lo que va a pasar en la mesa de negociaciones, pero en el campo de batalla, que es de lo que hablamos, las cosas no han cambiado a mejor, sino que se ha endurecido la lucha. Este miércoles, las autoridades ucranianas dijeron que nueve personas murieron y al menos 30 resultaron heridas cuando un dron ruso atacó un autobús que transportaba personas al trabajo cerca de la ciudad de Marhanets, en la región de Dnipropetrovsk. La Guardia Nacional rusa dijo, por su parte, que destruyó 17 drones de ataque ucranianos durante la noche, informó la agencia de noticias estatal Tass.

Hay que ser más duros
Para desatascar esta situación no hay que ser más severo con Ucrania, sino con Rusia, defiende Olivia Yanchik, directora adjunta del Centro Eurasia del Atlantic Council. En un análisis publicado por el tanque de pensamiento washingtoniano, defiende que "si Trump realmente quiere lograr una paz duradera en Ucrania, debe demostrar que está dispuesto a aumentar la presión sobre Putin y a incrementar los costes de continuar la invasión".
Constata la autora que hay una "creciente frustración en Estados Unidos" por el curso de las negociaciones y de ahí el toma y daca de declaraciones, que lo mismo suponen una amenaza de tirar la toalla que un intento de imprimir optimismo al proceso. "Ojalá Rusia y Ucrania lleguen a un acuerdo esta semana. Ambos empezarán entonces a hacer grandes negocios con Estados Unidos, que está prosperando, y a hacer una fortuna", publicó Trump en Truth Social Sunday (con mayúsculas), al regresar de un campo de golf de su propiedad en las afueras de Washington. Ese mismo día, en París, Rubio, decía lo contrario, que podrían abandonar pronto los esfuerzos para negociar un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania si no se logran avances en los próximos días. "Estamos llegando a un punto en el que debemos decidir si esto es siquiera posible", declaró Rubio a la prensa.
"No es difícil entender por qué la Casa Blanca de Trump se siente desanimada. Si bien Ucrania aceptó la propuesta estadounidense de un alto el fuego incondicional de 30 días el 11 de marzo, Rusia se ha negado hasta ahora a seguir el ejemplo. En cambio, el Kremlin ha ofrecido una larga lista de excusas y condiciones adicionales", indica. Esto ha dado lugar a acusaciones de que el presidente ruso no tiene un interés real en la paz y "está recurriendo deliberadamente a tácticas dilatorias para prolongar las negociaciones y continuar la guerra hasta que tenga el control político de Ucrania", en la línea de lo dicho por Gutiérrez.
Los críticos de Trump afirman que se ha mostrado demasiado reacio a presionar a Putin y que ha hecho poco para convencer al dictador del Kremlin de que ha llegado el momento de abandonar su invasión. Afirman que Trump ha mostrado constantemente su disposición a ofrecer concesiones a Rusia , al tiempo que ha adoptado una postura notablemente más dura hacia Ucrania. Eso incluye múltiples declaraciones culpando a Ucrania de la invasión rusa o radicales afirmaciones de que debe ser Europa la que aguante esta vela, porque Washington no estará ahí, lo que "forma parte de una transición más amplia en política exterior que parece conducir a que Estados Unidos reduzca su compromiso histórico con la seguridad europea para centrarse más en Asia".
Tras asumir el cargo en enero, Trump amenazó con atacar el sector energético de Putin y extendió algunas sanciones existentes, pero hasta el momento ha optado por no imponer medidas económicas adicionales contra Moscú. Cuando Trump anunció nuevos aranceles históricos a principios de abril, Rusia era una de las pocas grandes economías que no figuraba en la lista. ¿Por qué? Porque el comercio bilateral ya se había detenido, de hecho debido, a las sanciones impuestas tras la invasión a gran escala de Ucrania, dijeron los funcionarios.
"En el ámbito diplomático, la Casa Blanca de Trump ha buscado evitar críticas directas a Rusia, en favor de un mensaje más neutral que prioriza la necesidad de paz. Este enfoque ha llevado a Estados Unidos a alinearse con Moscú en las Naciones Unidas y a votar en contra de resoluciones de la ONU que condenan la invasión rusa de Ucrania. Según informes, funcionarios estadounidenses también se negaron a respaldar una declaración del G7 que condenaba el reciente ataque ruso del Domingo de Ramos contra la ciudad ucraniana de Sumy, en el que murieron decenas de civiles", recuerda Yanchik.
El Kremlin ha reaccionado con aprobación al drástico cambio reciente en la estrategia estadounidense respecto a la invasión rusa de Ucrania. A principios de marzo, funcionarios rusos señalaron que la política exterior estadounidense ahora "coincide en gran medida con nuestra visión". Sin embargo, "si bien Putin tiene buenas razones para celebrar la postura de la Administración Trump sobre Ucrania, hasta ahora ha mostrado poco interés en corresponder ofreciendo concesiones", dice la analista. De hecho, "nada más lejos de la realidad", toda vez que "desde el inicio de las conversaciones bilaterales con Estados Unidos en febrero, el ejército ruso ha intensificado significativamente su campaña de bombardeos contra ciudades ucranianas". Una ofensiva de primavera como estaba prevista, sin limitaciones.
La postura negociadora del Kremlin en las conversaciones en curso lideradas "es igualmente firme y refleja el compromiso constante de Rusia de poner fin a la independencia de Ucrania". "Las exigencias de Moscú incluyen el reconocimiento oficial del control ruso sobre cuatro provincias ucranianas parcialmente ocupadas, el cese total del apoyo militar occidental a Kiev y la drástica reducción del ejército ucraniano a una fuerza mínima, aparentemente con la intención de dejar a Ucrania indefensa ante una futura fase de la invasión rusa", elementos muy recogidos en el texto que supuestamente tiene ya Trump como prácticamente definitivo.
"La inflexible postura actual de Rusia refleja la convicción de Putin de que, con el tiempo, puede superar a Occidente en Ucrania, y de que, al negarse, presionará a Trump a ofrecer más concesiones", expone la autora. Hasta ahora, "la lógica de Putin parece funcionar" y eso es un peligro. "Los esfuerzos de Trump por ganarse el apoyo del Kremlin parecen haber convencido a muchos en Moscú de que ahora están firmemente encaminados hacia una victoria histórica y no tienen motivos para ofrecer concesiones significativas", por eso el norteamericano tiene que apretar. Estamos a pocas horas de que enseñe de verdad sus cartas.