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Trump arranca un precario alto el fuego a Irán e Israel pero ¿ha acabado realmente la guerra?

Trump arranca un precario alto el fuego a Irán e Israel pero ¿ha acabado realmente la guerra?

Entre denuncias de violaciones de alto el fuego y gritos del presidente de EEUU han transcurrido las primeras horas del armisticio, finalmente confirmado. Quedan las dudas de si el programa nuclear iraní sigue vivo o si Jamenei resistirá, por ejemplo. 

Benjamin Netanyahu, Donald Trump y Ali Jamenei, en imágenes de archivo.Getty Images / Reuters

"Sin esperanza, estamos perdidos", repetía el poeta palestino Mahmud Darwish. Aferrado a ella, el mundo entero ha acogido este martes con un enorme alivio el anuncio de una tregua entre Israel e Irán, a instancias de Estados Unidos, convertido en juez y parte, en agresor y en mediador. Tan precario, tan con alfileres llegaba el acuerdo, que hasta el suspiro de desahogo lo puede deshacer. Sus protagonistas han alargado innecesariamente la tensión hasta que han confirmado, al fin, que sí, que van adelante y callan las armas. Y, aún así, quién sabe lo que puede volver a pasar. 

Si nos atenemos a lo dicho públicamente, se ha puesto fin con este armisticio a 12 días de guerra, insólita, desconocida, en la que se han enfrentado los mayores antagonistas de Oriente Medio, esos que llevan más de cuatro décadas deseándose mutuamente el fin, con ataques directos contra sus respectivos territorios (y no en países ajenos), y con la intervención final de Washington para dar el golpe definitivo a las instalaciones nucleares iraníes, que eran el meollo de la cuestión.  

Así lo ha ratificado primero Irán, por boca de su presidente, Masud Pezeshkian. "Estamos presenciando un alto el fuego y el fin de la guerra de 12 días que fue impuesta al pueblo iraní a través de la agresión imprudente y el belicismo del régimen sionista", apuntaba a última hora de hoy en un comunicado.

Israel ha tardado un poco más, pero al final ha confirmado igualmente su compromiso con aire triunfal. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha asegurado que Israel ha logrado una "victoria histórica" sobre Irán que "perdurará durante generaciones". Alegría acompañada de amenaza, cómo no: si se retoman las investigaciones nucleares, Tel Aviv volverá a atacar "con la misma determinación y la misma fuerza". 

Hasta escuchar o leer en público ese visto bueno a la calma, se han vivido horas angustiosas. Apenas dos horas después de que entrase en vigor el alto el fuego ya llegaron denuncias de una doble violación del mismo, tanto por parte de Israel como por parte de Irán. Primero, Tel Aviv dio cuenta del lanzamiento de misiles iraníes sobre su territorio en la mañana de este martes, una andanada que el Ejército de Teherán ha negado con vehemencia. ¿Puede haber sido un tanteo? ¿Un error que ha expulsado el proyectil? ¿Una falsa alarma en la cúpula protectora de los cielos de Israel?

Las explicaciones brillan por su ausencia al cierre de esta edición, pero sí hay una cosa clara: que Israel ha saltado como un resorte amenazando con represalias severas. "Responderemos con fuerza", prometió Defensa. "Teherán temblará", agregó Finanzas. Hasta tal punto que, a mediodía (hora española), el presidente de EEUU, Donald Trump, ha tenido que meterse en su red social, Truth Social, para echarle la regañina a los de Benjamin Netanyahu, sus aliados, a los que ha chillado sin cortarse. "ISRAEL. NO LANZEN ESAS BOMBAS. SI LO HACEN, SERÁ UNA VIOLACIÓN GRAVE. ¡TRAIGAN A SUS PILOTOS A CASA, YA! DONALD J. TRUMP, PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS". Las mayúsculas -los gritos- son suyos. 

Su llamamiento no tuvo mucho efecto inicial, para temor planetario, porque los medios iraníes relataron de seguido la llegada de proyectiles israelíes a Teherán hacia la una de la tarde. Más tarde, en este día loco de mensajes encadenados y contradictorios, Trump de nuevo vino a decir que Israel no lo volvería a hacer. Promesa de amigo. Media vuelta de sus aviones y no hubo nada. Para quedar bien, esta noche el embajador israelí ante las Naciones Unidas, Danny Danon, ha dicho directamente que Trump "merece el Premio Nobel de la Paz" por lo logrado. Ya lo dijo el republicano en su toma de posesión: se ve a sí mismo como un pacificador y, desde luego, cree que merece ese premio y todos los que haya en el mundo.  

Apenas un capítulo

Desde luego, un armisticio como el logrado hoy, por más valor que tenga, no arregla las cosas entre Tel Aviv y Teherán. El odio se mantiene, la persecución perdura. Manteniéndose en Israel un Gobierno de extrema derecha, ultranacionalista y religioso, encabezado por Netanyahu, no habrá nunca paz con los ayatolás de Ali Jamenei, que nunca firmará tampoco con su rival, desde su República Islámica, confesional y radical, violadora de derechos humanos, por los mismos motivos. 

Netanyahu ha hecho de Irán su bandera política permamente, mientras mantenía el conveniente statu quo respecto a Palestina antes del 7 de octubre de 2023, enarbolándola como la gran amenaza, el gran riesgo para su gente. Hay declaraciones de los años 90 del primer ministro de Israel que podrían haberse hecho esta misma semana, porque sus lemas son idénticos: la "amenaza existencial" que supone Irán y la supuesta "inminencia" del ataque nuclear. 

La dinámica es similar al otro lado, donde llaman "Satán" a Israel y EEUU, donde se ha activado durante décadas al Eje de Resistencia (compuesto por Hamás, Hizbulá, los hutíes de Yemen o milicias islamistas de Irak, además del extinto régimen sirio de Bashar  El Assad) para dañar los intereses de ambas naciones. Citando al ruso Vladimir Putin, es una cuestión de "raíz". Así que nadie eche las campanas al vuelo. Esperanza, la justa.  

Por eso cuesta compartir la efusividad de Trump al anunciar que las armas callaban. "Israel e Irán vinieron a mí casi simultáneamente y me dijeron: "¡PAZ!". Sabía que era el momento. ¡El mundo y Oriente Medio son los verdaderos GANADORES! Ambas naciones verán un futuro de enorme AMOR, PAZ Y PROSPERIDAD. Tienen mucho que ganar, y sin embargo, mucho que perder si se desvían del camino de la rectitud y la verdad. El futuro de Israel e Irán es ilimitado y está lleno de grandes promesas. ¡Que Dios los bendiga a ambos!". El tsunami de cariño no se ve por ningún lado. 

Todos dicen que ganan

El anuncio de tregua llegó apenas unas horas después de la anunciada, en gran medida simbólica y cuidadosamente coreografiada represalia de Irán a los ataques aéreos a gran escala de EEUU contra sus instalaciones nucleares, el pasado fin de semana. Un ataque contra la base de Al Udeid que EEUU tiene en Qatar, que estaba vacía por el desalojo de sus empleados, avisada por las autoridades de Teherán y protegida por el escudo antiaéreo del país. 14 proyectiles que no hicieron daño, pero sí aceleraron las cosas y Trump, raudo, anunció el fin de la que ha bautizado como "la Guerra de los 12 días", parafraseando a la de los Seis Días que enfrentó a Israel con los palestinos y sus apoyos árabes. 

Todos han cantado victoria, porque todos quieren ganar la batalla del relato y porque, sobre todo, todos tienen muchos motivos para que el alto el fuego no se rompa. Empecemos por Israel: celebra el éxito de su operación, a la que llamó León Ascendente, porque entiende que ha dañado significativamente las capacidades nucleares y militares de Irán y ha matado a altos funcionarios militares y científicos de primer orden. Aunque insiste en decir que ha desactivado el programa nuclear de los ayatolás, aún está por ver si es verdadera esa afirmación. 

Está claro que ha habido daños importantes en las plantas de enriquecimiento y tratamiento de uranio de Isfahán, Natanz, Bushehr y la más importante, la de Fordow, bombardeadas por Israel y por EEUU. Pero se sabe que Irán ha logrado mover parte de las reservas del combustible que necesita para montar armas atómicas (algo que, insiste, no es su propósito, pues quiere usar el urario para fines energéticos o médicos, dice) y poner a salvo parte de su programa. 

Además, el conocimiento de décadas no se pierde, sigue atesorándolo en el resto de ingenieros que han trabajado en ello. Otra cosa es su capacidad para remontar. Si hasta el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha confirmado que los daños en estas infraestructuras son severos, queda claro que necesitaría años para volver a la casilla de progreso en la que ahora se encontraba.

Entre los motivos que tiene Israel para colgarse una medalla está también el hecho de que ha logrado convencer a Trump de hacer lo que varios presidentes estadounidenses se habían negado a hacer en el pasado. Netanyahu, erre que erre, pedía atacar a Irán, pero los predecesores del republicano se negaron, en buena parte, apoyándose en sus informes de Inteligencia, que no confirmaban la gravedad de la evolución del programa nuclear. Preocupante, sí. Una emergencia, no. 

Hay que recordar que se firmó un pacto en 2015 entre EEUU, la UE, la ONU e Irán por el que se ponía freno a ese programa, pero del que se salió Trump en su primer mandato, impidiendo así que se mantuvieran las inspecciones independientes regulares que, hasta entonces, habían constatado que Teherán no se estaba pasando de los límites acordados. 

Aunque Trump prevenga a Israel de no violar más la tregua, es innegable el espaldarazo que ha recibido Netanyahu, tanto por los logros de su propio ejército y su Inteligencia (el Mossad ha estado meses organizando el golpe) como por la ayuda de Washington. El que la sigue, la consigue. Por eso no parece probable que el líder del Likud desafíe abiertamente a Trump en este alto el fuego, después de calificar la intervención estadounidense del pasado fin de semana como "una medida histórica". Israel ya afirma que ha alcanzado la mayoría de sus objetivos en Irán y no necesita más problemas. 

El alto el fuego, además, aliviará la presión sobre los israelíes, los ciudadanos corrientes, que están exhaustos después de casi dos años de guerra en Gaza (el conflicto contra Hamás continúa sin un plan de salida claro), al tiempo que permitirá a las autoridades reabrir la economía del país. Porque, en estas semanas, la vida ha seguido a medio gas por el miedo a los ataques, que obligaban a correr a los refugios cada poco. Las tiendas pueden reabrir, como los colegios, que estaban sin clase, por ejemplo. Un descanso mental y anímico para una población que se ha enfrentado a proyectiles nunca antes vistos y para los que no estaban 100% protegidos. Nunca antes se habían visto en el país daños materiales y personales de esta magnitud a causa de proyectiles. 

Para Irán, que cesen los ataques supone un alivio formidable, empezando por una población que se encontraba bajo bombardeos casi constantes, con decenas de miles de desplazados, especialmente en la capital, Teherán, donde diez millones de habitantes recibieron la orden de Israel de desalojar sus casas porque no había lugares intocables. Los atascos a la salida de la ciudad han sido la tónica predominante en estos días. Ya en las últimas jornadas de guerra, era preocupante, dicen las autoridades locales, la falta de algunos bienes esenciales por el cierre de comercios y las complicaciones en las comunicaciones terrestres. 

Imagen satelital de las instalaciones del programa nuclear iraní en Fordow, tras el ataque de EEUU con bombarderos B2 Spirit del sábado pasado.MAXAR TECHNOLOGIES/Handout via REUTERS

Qué pasa con el programa atómico

Ahora, queda un largo camino por recorrer para reconstruir parte de lo destruido en Irán, incluyendo infraestructura esencial como la eléctrica, una tarea nada fácil para un país sumido en una profunda crisis económica y sometido a fuertes sanciones internacionales. Justo esa debilidad era la que había llevado al régimen de los ayatolás a iniciar de nuevo conversaciones sobre su programa nuclear con EEUU, que hace apenas semana y media debería haber celebrado su sexta ronda de reuniones indirectas en Omán. Quería un alivio del yugo estadounidense, pero Trump pedía una exigencia maximalista desde el minuto uno: el abandono por completo de sus investigaciones en la materia. 

¿Se podrán volver a retomar? Dicen medios como el Financial Times que es posible, que la Casa Blanca aboga por ello pero, claro, en Teherán recelan. ¿Todos estos meses de contactos fueron un engaño para que Israel tuviera más tiempo para preparar sus ataques o había algo de buena voluntad en sus interlocutores? Y, si llegasen a la mesa de negociación de nuevo, ¿qué margen de flexibilidad encontrarían los de Jamenei? ¿Habría algún acuerdo que no fuera directamente una claudicación, un suicidio político? Hoy la República Islámica afirma que ha "impuesto" la paz a Israel, pero es una afirmación digamos que un poco propagandística. Lo saben. 

Irán, al menos en público, ha reiterado que no abandonará su capacidad de enriquecer uranio, esa exigencia clave de Estados Unidos. Aún desconocemos qué ha sucedido con unos 400 kilos de uranio enriquecido al 60% de pureza, un nivel inferior al de grado armamentístico, que está en un 90%. Es muy difícil determinar la magnitud de los daños en las plantas, aunque sin duda han sido extensos. Las centrifugadoras -fundamentales para estas instalaciones- son muy sensibles y es casi seguro que han sufrido graves daños. Sin embargo, Irán lleva muchos años trabajando en su programa nuclear, el conocimiento que posee es profundo y está muy disperso, no se mata de un golpe localizado, no se trata de un pequeño grupo de personas que pueda ser eliminado. Hay que repetirlo ante declaraciones triunfalistas de EEUU o Israel. 

A largo plazo, hay muchas preguntas por responder sobre los próximos pasos de Irán. El país ha amenazado con detener su cooperación con el organismo de control nuclear mundial, el Organismo Internacional de Energía Atómico, y algunos funcionarios han planteado la posibilidad de abandonar el Tratado de No Proliferación, "la piedra angular de los esfuerzos mundiales para prevenir la propagación de las armas nucleares, fomentar la cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear y promover el objetivo del desarme nuclear y el desarme general y completo", como la define la ONU. 

Una de las posibles consecuencias de esta guerra, si no triunfan las negociaciones nucleares, es que todo el programa iraní, que aún conserva ciertos recursos, pase a ser clandestino, complicando las inspecciones, los informes y la medición de sus avances. Entonces, estaríamos a ciegas de lo que hacen. Es lo que puede querer el ala más dura del régimen. 

En realidad, Irán ha evitado durante años cualquier tipo de confrontación directa con la superpotencia que es EEUU, por eso no se espera que se desmande ahora, más aún cuando se encuentra en una posición precaria. Aún así, si existe la sensación de que el régimen está. humillado y ha visto gravemente debilitada su capacidad de disuasión, se podría argumentar que una bomba nuclear es lo único que podría salvarlo, y eso nos coloca en una posición muy peligrosa, no descartable. 

Por supuesto, en el ¿ahora qué? es clave preguntarse por lo que va a pasar con los gobernantes de Irán, que están en su posición más débil desde la Revolución Islámica de 1979. Netanyahu ha declarado que, más allá de las supuestas armas atómicas por llegar, quería acabar con el sistema actual. En sus mensajes, ha reiterado su llamamiento al pueblo de Irán para que se levante contra sus mandatarios, algo que no es nuevo, que ha hecho en el pasado, con un coste terrible de represión, tortura, cárcel, muerte o exilio. Las consecuencias de esta guerra añaden, obviamente, malestar sobre el malestar previo y pueden desencadenar una ola disidente. 

Eso está por ver y no necesariamente tiene que llevar a un cambio de régimen, a una conquista de la democracia. Israel ha descabezado a las Fuerzas Armadas (ha matado a dos jefes de Estado Mayor), a la Inteligencia y a la Guardia Revolucionaria, más una veintena de altos uniformados de los tres sectores, pero la estructura sigue siendo poderosa, temible. Hay cantera, hay mando, hay dominación y sometimiento, o intento de ello. 

Habrá que ver si algo se mueve, además, en el caso de la sucesión de Jamenei, el líder supremo, de 86 años. Una investigación del New York Times reveló el sábado que el régimen iraní está estudiando posibles escenarios para protegerse en caso de que Israel mate al ayatolá, ahora o en un futuro próximo, nombrando a tres posibles delfines para que su figura se reemplace rápidamente y para preservar su legado en medio de la inestabilidad actual. 

Durante mucho tiempo, el candidato más destacado fue el presidente Ebrahim Raisi, pero el año pasado murió en un accidente de helicóptero y deshizo los planes. Sin él, se rumorea que el principal candidato es ahora el propio hijo del jefe iraní, Mojtaba Jamenei, clérigo de rango medio, gris y alejado de los focos. "Sin embargo, la falta de formación podría no ser un impedimento para acceder al cargo, ya que en 1989 se reformó la Constitución para que su padre pudiera gobernar", explica El Mundo.

El líder supremo es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, y encabeza los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, además de ser la máxima autoridad religiosa del chiismo, la rama del islam mayoritaria en Irán. Es, pues, el pilar del país y de su sistema. Aunque lo maten, el testigo queda. ¿Hasta cuándo? Nadie sabe. 

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MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.