"Magullados pero motivados": qué viene ahora para Ucrania tras el cisma con Trump y el paso al frente europeo
El mundo sigue desencajado tras el choque del viernes en la Casa Blanca, pero llegan las primeras señales de que hay alternativa al plan de paz del republicano. Esta semana es clave para la toma de decisiones en Bruselas. Rusia, mientras, encantada.

El mundo aún sigue desencajado tras ver cómo el viernes Donald Trump y Volodimir Zelenski discutían a cara de perro en el Despacho Oval. Pesa no sólo el hecho insólito de que pelearan en público el presidente de Estados Unidos y el de Ucrania, aliados en los tres últimos años contra la invasión rusa del país europeo, sino la total incredulidad de ver cómo el republicano enterraba valores y principios que se creían intocables. Lo moral es del mundo de ayer y no del que el magnate está tratando de pintar, como si la geopolítica fuera un negocio.
Sin embargo, el domingo se produjo en Londres una cumbre parcial de fuerzas europeas más Reino Unido, con presencia de la OTAN, en la que por primera vez los amigos que Kiev tiene en el viejo continente (esos que le han dado el 60% largo de la ayuda militar y financiera con la que ha peleado al invasor en estos años) dieron un paso al frente y plantearon salidas alternativas al conflicto. "Magullados pero motivados", dicen los asesores de Zelenski que volaban de vuelta a casa tras la vorágine de los últimos días. Un sentimiento optimista que ha debido venirse un poco abajo esta madrugada, al saber que Trump ha ordenado suspender el envío de toda la ayuda militar de Estados Unidos a Ucrania. Todo lo que estaba en Polonia esperando a entrar en el país vecino queda bloqueado pues a Trump no le gustó que ayer Zelenski dijera que un eventual acuerdo de su país con Rusia para acabar la guerra "sigue estando muy, muy lejos", y así lo hizo saber en su red.
El escenario cambia, como lo la hecho con los mandatarios de este lado del Atlántico, que dijeron un claro no al plan de paz de Trump que prima la negociación directa con Vladimir Putin, con Zelenski secundariamente y sin la Unión Europea. Sin embargo, prometieron ser constructivos y presentar al norteamericano en breve una alternativa que sea más justa para Ucrania. De momento, plantean una tregua de un mes en Ucrania "en el aire, en los mares y en la infraestructura energética".
¿Qué podemos esperar de los días por venir? Cualquier cosa es posible con la imprevisibilidad habitual de Trump, pero se aguardan detalles y apuestas por parte de Europa, sobre todo de la Unión. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, enviará este martes una carta a los Estados miembros detallando su plan para elevar el gasto en defensa ante la necesidad del bloque de aumentar "masivamente" las inversiones en este ámbito. Y el próximo jueves tendrá lugar en Bruselas un Consejo europeo extraordinario centrado en la defensa europea y en el conflicto ucraniano en en el que se podrán desarrollar las líneas maestras de lo dibujado en Londres. "Hay que actuar", dijo el primer ministro británico, Keir Starmer. Todos los presentes coincidieron en ello.
El laborista garantizó que Europa mantendrá el flujo de ayuda militar que ha prestado en los últimos años a Ucrania y que, en caso de que se alcance un acuerdo de paz, impulsaría las capacidades defensivas del la nación, fortaleciendo sus "fuerzas armadas y las defensas fronterizas" del país y garantizando que "Ucrania pueda recurrir a municiones, finanzas y equipos para defenderse", según se lee en las conclusiones oficiales de la cumbre.
Starmer también anunció una "coalición de los dispuestos" para defender Ucrania y garantizar la paz. Es uno de los puntos más espinosos, el de poner botas (y aviones) sobre el terreno, el cómo, el cuándo, el dónde, el quién. Aún no está claro quién formaría parte de esa coalición ni qué implicaría, realmente. El premier se limitó a decir que habría "una fuerza formada por socios europeos y de otros países".
Reino Unido y Francia ya han dicho que estarían dispuestos a desplegar tropas en Ucrania para ayudar a disuadir la agresión rusa, pero países como España aún dicen que es un debate "prematuro", por más que garanticen que estarán "entre quienes están escribiendo la historia". La jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo que el objetivo era convertir a Ucrania en un "puercoespín de acero imposible de digerir para posibles invasores".
El objetivo, aparentemente, es reforzar la oferta europea de garantías de seguridad de posguerra para Ucrania en un intento de convencer a Donald Trump de que prometa un respaldo militar estadounidense. Hasta ahora, Trump se ha mostrado reacio a seguir ese camino, sugiriendo que la presencia de empresas mineras estadounidenses en Ucrania sería suficiente para mantener la paz. Starmer no comparte esta opinión y dice explícitamente que "para apoyar la paz en nuestro continente y tener éxito, este esfuerzo debe contar con un fuerte respaldo de EEUU".
La cumbre fue en muchos sentidos un intento de Europa de apropiarse en cierta medida de la diplomacia, que pareció abandonada con el primer reproche lanzado a voz en grito en la Casa Blanca por el vicepresidente de EEUU, J.D. Vance. Los europeos quieren que se escuche al país atacado y eso pasa, también, por encontrar formas de reparar la alianza transatlántica, bastante frágil después del enfrentamiento entre Trump y Zelenski.
En las últimas semanas, la administración estadounidense ha fustigado a sus aliados europeos; cuestionando su democracia y votando en contra de ellos en Naciones Unidas, en una resolución sobre Ucrania en la que se alineó -hasta cuesta escribirlo sin equivocarse- con Moscú. El principal colaborador político actual del presidente, el magnate Elon Musk ha llegado a decir que Estados Unidos debería abandonar la alianza militar de la OTAN, que tiene entre sus 32 socios a la mayor parte de los europeos.
Reconstruir puentes
La cumbre de Londres fue un intento del primer ministro británico de salir del asombro diplomático por los últimos acontecimientos y fortalecer los vínculos a este lado y con Ucrania. Los mensajes lanzados son dos: la clara determinación de apoyar a Ucrania y la de aprovechar el deseo de Trump de lograr un alto el fuego. Algo que los ucranianos deseaban, que alguien menease el tablero, pero no así. El frente europeo de Lancaster House no destruye y sobre esa base trata de hacerse fuerte para que Trump acepte siquiera sentarse con ellos.
Para esa conexión será clave la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, quien lidera una iniciativa europea para reparar los lazos con Washington. Fue la única líder de la UE presente en la toma de posesión de Trump, el 20 de enero pasado, y el magnate la tiene por una "mujer fantástica". Desde Londres, Meloni dijo que ella y el primer ministro británico podrían actuar como "constructores de puentes" con Trump, añadiendo que había propuesto una reunión de líderes de la UE y Estados Unidos de la que no hay más detalles.
Quiere un espacio para "hablar con franqueza" sobre cómo pretenden "afrontar los grandes desafíos de hoy, empezando por Ucrania, que hemos defendido juntos en los últimos años, así como los desafíos que estaremos llamados a afrontar en el futuro". Su propuesta se ha ganado ya los aplausos de dirigentes como el polaco Donald Tusk, quien ha enfatizado la "muy buena relación" entre Meloni y Trump.
Este esfuerzo dramático por parte de los aliados occidentales para reparar los lazos con la Casa Blanca tendrá en el plan de paz de Reino Unido y Francia la principal piedra de toque, se lleve como se lleve Trump con Meloni o el húngaro Viktor Orbán, su otro gran seguidor en la UE. Ambos mandatarios aseguran que resumiría los compromisos de seguridad de los europeos para Ucrania, en un intento de contentar a todos.
Unos días antes del encuentro del viernes en la Casa Blanca, los funcionarios ucranianos se mostraban optimistas. Zelenski iba a firmar el acuerdo sobre minerales en Washington y luego volar a Londres para su reunión con los líderes europeos el domingo. La secuencia estaba totalmente delineada: Zelenski se reuniría con Trump antes que con Putin -un encuentro aún sin fecha, por ahora sólo se han visto los ministros de Exteriores de los dos países-, lo que sería una victoria para Kiev. Pero todo saltó por los aires en el Despacho Oval, precisamente por la pelea de Zelenski por las garantías de seguridad, que brillan por su ausencia en el plan de Trump.

El domingo por la noche , los republicanos estadounidenses habían decidido que Zelensky debía "pedir disculpas" a Trump. Y aunque los líderes de la UE no se han hecho eco de esa petición con precisión, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, sí lo insinuó cuando le dijo a la BBC que le había dicho al "querido Volodimir" que necesitaba encontrar una manera de "restaurar su relación con Trump y la administración estadounidense". El neerlandés aún se plegó más cuando afirmó sin sonrojo: "Hay que elogiar al presidente estadounidense" por lo que él y Estados Unidos han hecho por Ucrania. Hay que recordar que justo Trump y Vance se opusieron al apoyo de EEUU al país invadido y bloquearon sistemáticamente la ayuda en el Congreso estando en la oposición. En el mes y una semana que lleva en el cargo lo único que ha hecho es hablar con Putin.
Lejos de esa postura, Kaja Kallas, la principal diplomática de la UE, bromeó durante el fin de semana diciendo que el mundo libre "necesita un nuevo líder". Anoche, en la CBS, suavizó su retórica, subrayando la necesidad de "trabajar juntos" con Washington. Antes, el tono más duro había sido del presidente francés. "Las decisiones de la administración estadounidense producirán incertidumbre geopolítica y económica y ante esta incertidumbre, debemos actuar. Veo en nuestra Europa a mucha gente que dice que vamos a tener que ser amables con los americanos, que vamos a tener que cederles la espalda. La respuesta no está en la sumisión. No soy partidario de un vasallaje feliz", afirma Emmanuel Macron. Trump duda de la capacidad de los europeos para “prescindir de los estadounidenses”. Se lo dijo sin rodeos a Starmer en si territorio y se lo volvió a decir con más saña a Zelenski. Los europeos no lo comparten: "Europa ha despertado. Un gigante ha despertado", avisa su tocayo Tusk.
La coreografía del domingo y los mensajes lanzados en esta primera gran conferencia de seguridad de la historia moderna a la que no fue invitado Estados Unidos parecían diseñados para pasar página tras la debacle de la Oficina Oval y volver a encaminar el proceso de paz en Ucrania sin olvidar a Ucrania. Pero las primeras señalas que llegan de EEUU es que dan largas a los europeos. En otra entrevista con la CBS, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, dijo que el acuerdo sobre los minerales de Ucrania estaba descartado por ahora: "Creo que tenemos que ver si el presidente Zelenski quiere seguir adelante". Trump volvió a publicar un comentario en Truth Social ayer, insinuando que todavía cree que se firmará el acuerdo sobre minerales y que la presencia de trabajadores estadounidenses en Ucrania equivaldría a una garantía de seguridad de facto.
En las últimas horas, el presidente ucraniano ha hecho una especie de ofrenda floral al decir: "Por supuesto, entendemos la importancia de Estados Unidos y estamos agradecidos por todo el apoyo que hemos recibido de los Estados Unidos. No ha habido un día en el que no nos hayamos sentido agradecidos". Antes, había dicho que la relación entre EEUU y su nación "continuará porque esto es más que una relación en un momento".
Por ahora, sus palabras no derriten el helado corazón de Trump, que adolece de ceguera a la hora de ver la dimensión humana del conflicto que traemos entre manos, como evidenció en su rifirrafe con Zelenski. Internamente, desvela la CNN, su equipo negociador se ha quejado de que el ucraniano no se quedase al menos para hablar con medios afines y de que no haya pedido formalmente disculpas por la enganchada. Moscú, al fondo, lo mira todo encantado de ver que cada vez está más cerca la pura negociación entre dos, Moscú y Washington, sobre lo que pase en Ucrania. Una versión actual del acuerdo de Yalta, al final de la Segunda Guerra Mundial, con la UE que entonces no existía cada vez más débil y desdibujada. Dmitri Peskov, el portavoz del Kremlin, ha dicho en su rueda de prensa telefónica diaria que "Zelenski no quiere de la paz, quiere continuar la guerra", palabras similares a las que dijo el viernes Trump tras acabar mal con el ucraniano. Viendo este panorama, lo esperable es que Putin se vuelva más arrogante en sus exigencias.
Trump corre el riesgo de seguirle el juego y hay motivos de alarma: también este lunes, EEUU ha decidido suspender las operaciones cibernéticas ofensivas contra Rusia y hasta tres republicanos han dado entrevistas diciendo que sería el momento de revisar las sanciones contra el régimen ruso y de estudiar su vuelta al G7. Para relamerse de gusto. Los conservadores que han peleado más de tres años para apoyar los paquetes de ayuda que iban a Kiev desde EEUU son ya minoría y es una base que Zelenski también va a perder porque, por disciplina de partido o de líder, van a tener que plegarse a la hoja de ruta de Trump.
Al turrón: ¿qué pasa con las tropas?
"No todos los países se sentirán capaces de contribuir, pero eso no puede significar que nos quedemos de brazos cruzados", dijo ayer Starmer. "Quienes así lo deseen, intensificarán ahora la planificación con verdadera urgencia. Reino Unido está dispuesto a apoyar esto con tropas sobre el terreno y aviones en el aire, junto con otros", añadió. Es la madre del cordero de lo que ahora los europeos tienen que negociar, cómo hacer que sus fuerzas pongan a Ucrania "en la posición más fuerte posible ahora, para que pueda negociar desde una posición de fuerza". Lo que tiene ahora es debilidad en el campo de batalla, con un 20% del suelo ocupado, y debilidad diplomática con el afán bilateral de Trump.
La iniciativa de enviar tropas preocupa al Kremlin, que hasta ahora está convencido de que los europeos, privados del apoyo estadounidense, se doblegarían a lo que diseñe EEUU. El presidente Vladimir Putin hasta ha firmado una ley para ratificar el tratado de seguridad con Bielorrusia, de forma que ahora puede establecer bases militares y desplegar tropas en su país satélite y utilizar armas nucleares para defender el "Estado de la Unión", incluso en respuesta a ataques convencionales. Eso es una amenaza directa a Europa que se complica si se le cerca.
El polaco Tusk pide "una presencia mucho mayor de tropas europeas en Finlandia, en los países bálticos y en Polonia, en la frontera con Rusia y Bielorrusia". "Será una especie de auténtico piloto de las intenciones y capacidades de cada país europeo", subraya. Desde la invasión de Ucrania, la OTAN ha reforzado su presencia estratégica con ocho grupos de batalla. Estados Unidos lidera el grupo desplegado en Polonia, donde acaba de ser enviada la brigada franco-alemana, compuesta por 5.600 militares, con todo su armamento.
El refuerzo europeo en el flanco oriental es la respuesta al anuncio de la retirada estadounidense anunciado por el secretario de Defensa, Pete Hegseth, durante su primera reunión con sus homólogos de la OTAN el 13 de febrero. El mismo Hegseth declaró en 2022 en Fox News que "los ceses del fuego son una oportunidad para que Putin reponga fuerzas, una oportunidad para elegir nuevos objetivos". Lo reconoce y, aún así, le abre la puerta con las negociaciones.
Francia, una de las dos potencias europeas de la OTAN con armas nucleares junto con el Reino Unido, ha abierto la puerta a un debate sobre la disuasión. !Si nuestros colegas quieren avanzar hacia una mayor autonomía y capacidad de disuasión, entonces debemos abrir esta discusión profundamente estratégica!, dijo el presidente Macron. La disuasión "tiene componentes muy sensibles y muy confidenciales, pero estoy disponible para que se abra esta discusión", añadió el jefe de Estado.
Los funcionarios estadounidenses han recordado a sus homólogos británicos que todos los europeos tienen que arrimar el hombro: "Si se descubre que no hacen lo que se les dice, de repente descubrirán que los misiles no se dispararán y los aviones no volarán", ha publicado la prensa británica. Un aviso a a navegantes que va de la mano de la exigencia de más dinero por parte de los aliados. Macron , en una entrevista concedida a Le Figaro anoche instó a los países de la UE a aumentar drásticamente su gasto en defensa a más del 3% del PIB. El llamamiento se produjo después de que Rutte dijera el domingo que más naciones europeas (que no mencionó) habían señalado un aumento del gasto en defensa durante la reunión de emergencia de los líderes.
El presidente francés instó a la UE a recurrir a los fondos de cohesión y a los programas existentes "que no se están utilizando" para complementar el gasto en defensa. "Necesitamos dar un mandato a la Comisión para que utilice financiación innovadora. Eso significa o bien préstamos comunes, o bien el Mecanismo Europeo de Estabilidad… en primera instancia necesitamos 200.000 millones de euros para poder invertir", señaló, sin desdeñar la disuasión nuclear que aporta su país, como Reino Unido.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras la reunión de Londres, ahondó en esa línea: "Tenemos que rearmar urgentemente a Europa", enfatizó. "Necesitamos sin ninguna duda un aumento masivo (del gasto) en defensa. Queremos una paz duradera pero una paz duradera sólo se puede construir con fuerza y la fuerza empieza por reforzarnos nosotros mismos", afirmó este lunes a los medios en una comparecencia de prensa, antes de enviar sus propuestas a los estados.
La CE presentará un "plan integral" para ello este jueves, añadió, cuando los líderes se reúnan en una cumbre en Bruselas, para lo que dice que está trabajando "intensamente". La jefa del Ejecutivo comunitario ya ha avanzado que se permitirá a los gobiernos aumentar el gasto militar doméstico con la activación de las llamadas "cláusulas de escape nacionales", gracias a las cuales se excluirá una parte de estas inversiones del cálculo del déficit aunque de forma "controlada y condicionada".
Pero también se barajan otras opciones complementarias dentro de un instrumento "común", como la reactivación de los 93.000 millones de euros en créditos dentro del fondo de recuperación que no fueron solicitados por los países, la reorientación de recursos asignados a la Política de Cohesión o incluso la utilización de nuevas emisiones de deuda común que piden muchas capitales.
La ultraderecha comunitaria ya está poniendo el grito en el cielo (sirva Marine Le Pen de muestra) porque dice que la germana no puede "otorgarse poderes que no son suyos, sino de los estados" al hablar de defensa.
Los países de la UE aún están lejos de la "unidad" también sobre la idea de utilizar unos 200.000 millones de euros en activos rusos congelados en Europa para cambiar el rumbo de la guerra contra el invasor, porque algunos países están preocupados por los posibles impactos en el euro y la estabilidad financiera. Será otra de las piedras de toque del debate de esta semana al que

Además de los medios, la otra gran pregunta es cómo estructurar ese despertar europeo, si a través de la OTAN, la UE o país a país. La Unión Europea no es el marco, parece, porque para la cumbre extraordinaria de esta semana ya se han anunciado vetos: los de Hungría y Eslovaquia, con Gobiernos fácilmente calificables de prorrusos o más tibios con Putin, y que han estado bloqueando sanciones durante estos tres años de guerra. Ahora dicen que lo escuchado en Londres no es "realista". El exprimer ministro francés Michel Barnier propuso en su momento la creación de un "Consejo Europeo de Seguridad" que no ha cuajado, un complemento del pilar europeo de la OTAN que podría convertirse en la "Organización del Tratado Europeo (OET)" si Estados Unidos abandonara la Alianza.
"Europa es una potencia militar. Le falta la convicción de que es realmente una potencia mundial", argumenta Donald Tusk. En primer lugar, debe recomponerse y derrotar a su enemigo interno, los partidos nacionalistas cuyo odio hacia la Unión Europea está alimentado por los libertarios en el poder en Washington. Después de eso, le toca un enfrentamiento con Elon Musk, mano derecha hoy de Trump, que aboga por la salida de EEUU de la OTAN y de las Naciones Unidas por suponer un gasto que entiende prescindible, aunque acabe con 80 años de cooperación multilateral.
James Batchik, director asociado del Centro Europeo del Atlantic Council, reconoce en un análisis difundido por el tanque de pensamiento norteamericano que Europa ha tenido "meses para prepararse para las perturbaciones previstas por la administración Trump, y sin duda debería prepararse para más". Sin embargo, es entendible el shock tras los planes de negociación sobre Ucrania y, en este escenario, lo que recomienda es que se aferre a las cosas que debe hacer y no han cambiado: "debe fortalecer su propia influencia tanto con Putin como con Trump" y "asumir el liderazgo como garante de la seguridad de Ucrania en el futuro y presentar una oferta creíble (que incluya la presencia de fuerzas europeas en Ucrania) para imponer una solución duradera en ese país".
El papel de la UE en este esfuerzo "es difícil", asume. "Las decisiones que se toman a nivel de la UE sobre política exterior y de seguridad se toman por unanimidad, lo que será un desafío, especialmente cuando se requiere una acción rápida, mientras que países como Hungría (...) juegan un papel de saboteador o el proceso consultivo regular conduce a una pérdida de tiempo. Las decisiones críticas sobre el despliegue de tropas o la acción militar también provendrán de estados miembros individuales, no de la UE", avisa.
Pero la UE tiene un papel que desempeñar y EEUU lo está impidiendo. "Puede presionar a sus miembros para que proporcionen más asistencia, especialmente asistencia militar, a Ucrania. También puede aprovechar las herramientas financieras a su disposición para estimular una mayor producción, gasto militar y cooperación en materia de defensa e industria. Estos esfuerzos ya están en marcha , pero deben concretarse rápidamente", indica Batchik. Pero él mismo se responde a la pregunta de si todo eso hará cambiar a Truimp: "Es poco probable que estas medidas convenzan a Washington de la capacidad de acción de Europa".
"Se necesitarán medidas de gran envergadura" para que modifique en algo lo planteado, empecinado como está el republicano. Por ejemplo, "la UE puede avanzar finalmente en la confiscación de los activos congelados de Rusia" de que hablaba Tusk. "Puede reorganizar los esfuerzos en torno a la adhesión de Ucrania a la UE y su integración gradual" y "también deberían enviar una señal pública importante de que apoyan la acción de los Estados miembros en y a favor de Ucrania". "La UE tal como la conocemos se forjó en medio de una crisis y ha tomado grandes decisiones en tiempos de necesidad. Ha llegado ese momento nuevamente", destaca.
Lo que hace falta para un acuerdo
Aaron David Miller, investigador principal del Programa American Statecraft del Fondo Carnegie para la Paz Internacional (Carnegie Endowment for International Peace), destaca para las semanas por venir que los acuerdos entre partes en conflicto "requieren urgencia, requieren dos partes dispuestas, requieren mediación, requieren un resultado realista que satisfaga las necesidades y los requisitos de cada parte".
Su colega Eric Ciaramella, investigador principal del Programa Rusia y Eurasia del mismo think tank estadounidense, evalúa en una conversación multibanda que es "remotamente posible" que todo eso se logre en lo que resta de año. "Creo que, en teoría, se puede llegar a un acuerdo amplio, pero depende de que Estados Unidos adopte una posición mucho más coherente para fortalecer su influencia negociadora, la de Occidente y la de Ucrania, frente a Rusia", detalla.
¿Eso qué significa, concretamente? Que Trump "se comprometa de una manera más seria a respaldar a Ucrania en el plano militar en el futuro", algo que no ha hecho por ahora. Es más, ha insistido en que esa tarea está en el tejado de Europa, exclusivamente. [significa "poner fin a los tira y afloja con Europa, que han sido realmente improductivos, y tomarse en serio la renegociación del equilibrio de responsabilidades en la OTAN y en materia de seguridad europea, para hacerlo de una manera más coherente que incluya a Ucrania". Y más: "tener una mejor idea de lo que Europa está dispuesta a ofrecer y en qué plazos para garantizar algún tipo de paz", y "mantener esas conversaciones a puerta cerrada, y "proporcionar a Ucrania una idea de cómo será la arquitectura de seguridad de posguerra para que no sienta que se la va a dejar sola".
"Creo que si se pueden poner en práctica esos ingredientes y hay cierta disciplina y un poco de paciencia por parte estadounidense, creo que, con la voluntad de Trump de entablar un diálogo personal con Putin, existe la posibilidad de que se pueda aterrizar el avión y, al menos, conseguir algún tipo de cese de hostilidades con un marco de garantía de seguridad que Ucrania y Occidente elaboren, algo que tal vez Rusia se vea obligada a aceptar a regañadientes porque es un hecho consumado", expone.
No estamos, parece, en el punto de que Washington recuerde que las alianzas, y más con sus socios de viejo, son la mayor fuerza multiplicadora del propio Estados Unidos. Dar y recibir. Queda fuera de la ecuación mientras no primen la coherencia con la historia de su propia política exterior ni el interés nacional.
