El 'Aquarius', el barco que ha vuelto a poner en jaque a la UE en materia de inmigración

El 'Aquarius', el barco que ha vuelto a poner en jaque a la UE en materia de inmigración

Italia se distancia de tradicionales aliados, España da un paso al frente y Alemania teme que la crisis acabe con su Gobierno.

La crisis migratoria siempre ha estado ahí, nunca se ha ido, nunca se ha resuelto y mientras el tiempo pasa, se siguen perdiendo vidas. A diario. Pese a lo dramático de la situación, en la UE el debate sobre cómo avanzar con sus políticas en busca de una solución se había venido abajo. Ha tenido que volver a darse un caso dramático, el de un barco llamado Aquarius, con las vidas de 629 personas a bordo, para sacar (otra vez) los colores a un continente que nunca termina de arrancar en lo que a solucionar el problema de manera definitiva se refiere.

Todo comenzó con el rechazo de Italia y Malta a recibir la embarcación. Con este caso el foco en el seno de la UE volvió a ponerse sobre la inmigración, pero para lo mismo de siempre: para cruzar reproches, para dar de lado al problema y para evidenciar, aún más si cabe, las diferencias entre los distintos países. La irrupción del gobierno populista y xenófobo del primer ministro italiano Giuseppe Conte lo ha complicado todo aún más: su decisión unilateral ha suscitado entusiasmo en países centroeuropeos, como Austria, y ha puesto en jaque al gobierno alemán, clave para la UE. A la canciller alemana, Angela Merkel, le crecen por todos lados las presiones para que dé un giro restrictivo a la política de asilo, tanto en su país como en Europa.

Así está la situación ahora.

Alemania: el dilema de Merkel

  Imagen de archivo de la canciller alemana, Angela Merkel.REUTERS

En Berlín las cosas no podían estar más tensas. La gran coalición de Gobierno peligra debido a la política migratoria.

El origen de las presiones procede de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), partido hermanado con la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller, que ya en la legislatura anterior exigió sin éxito, como recuerda la agencia Efe, a Merkel la imposición de un límite a la llegada de refugiados.

La reclamación de restricciones a la política de asilo cedió en la medida en que se redujo la llegada de nuevos peticionarios a Alemania, que desde 2015 ha acogido a 1,3 millones de refugiados. Sucesivas revelaciones sobre fallos en la gestión de la crisis migratoria, incluidos escándalos y sospechas de soborno entre las autoridades competentes, han hecho relanzar esas reclamaciones por parte del líder de la formación bávara y ahora ministro del Interior, Horst Seehofer.

La principal diferencia entre Merkel y su ministro está en que Seehofer pretende que se puedan rechazar peticionarios de asilo en las fronteras en caso de que estos ya estén registrados en otros países europeos, algo por lo que no está dispuesta a pasar Merkel. "Lo que importa es que apliquemos el derecho europeo porque sólo una solución europea será una verdadera solución", ha sentenciado la canciller.

  Imagen de archivo de 2015 de refugiados sosteniendo la imagen de la canciller alemana.AFP

El rechazo de peticionarios de asilo en las fronteras representaría un giro de la política de refugiados que ha seguido el Gobierno de Merkel —¿recuerdas aquellas fotos con los refugiados en 2015? —y además la canciller teme que genere problemas en el espacio Schengen.

Italia: "Aquí no"

Y mientras Seehofer se aleja de Merkel cada vez más, se va acercando al vicepresidente italiano, Matteo Salvini. "Plena sintonía en política de seguridad e inmigración. Compartimos la presentación de una propuesta común sobre la protección de las fronteras exteriores (de la UE) con la finalidad de no seguir perdiendo tiempo", tuiteó Salvini tras una conversación telefónica con su homólogo alemán.

Ya desde antes de ser elegido Salvini dejaba claras sus intenciones, pero una vez se hizo con el cargo, puso de manifiesto que iba en serio. Cerró los puertos italianos al Aquarius, reclamando a Malta que se ocupase de la nave, dando lugar a un duro pulso entre ambos países, que ha solventado el Gobierno español de Pedro Sánchez al ofrecer el puerto de Valencia.

¿Y quién ha celebrado semejante espectáculo? Los jefes de Gobierno de Hungría, Viktor Orban, y Eslovaquia, Peter Pellegrini. "Cuando oí la noticia solo me expresé con un suspiro y dije: ¡Por fin!", ha manifestado el primero. "La decisión italiana es solo un comienzo que obligará a otros países a crear un sistema eficaz de defensa de las fronteras", ha opinado por su parte el primer ministro eslovaco.

Tanto Hungría como Eslovaquia forman parte del Grupo de Visegrado, en el que también están Polonia y la República Checa. Todos rechazan las políticas europeas en materia de inmigración.

Crisis entre Italia y Francia

  El presidente francés, Emmanuel Macron, recibe en el Eliseo al primer ministro italiano, Giuseppe Conte.REUTERS

Y mientras a Italia le crecen nuevos 'amigos', se distancia de países tradicionalmente aliados y miembros fundadores de la Unión Europea (UE) como es Francia. Ambos países han protagonizado en los últimos días un intercambio de declaraciones subidas de tono. El presidente francés, Emmanuel Macron, provocó la ira del gobierno italiano al acusarlo de ser "cínico e irresponsable". Roma respondió convocando al embajador francés y amenazando con anular la visita de Conte a París, al menos que Francia emitiera una "disculpa oficial". Finalmente las tensiones se han rebajado, pero el origen de la crisis sigue ahí.

La 'nueva' España

Lo que sí le ha gustado a Macron ha sido el paso dado por España, de la mano del nuevo Ejecutivo de Pedro Sánchez. En la misma línea se han manifestado varios países en el pleno de Estrasburgo de la Eurocámara. "Pedro Sánchez, gracias. Lo que has hecho es maravilloso y es el nuevo estilo de la sociedad española y de los políticos españoles. Gracias al nuevo Gobierno y a todos los que le han apoyado", ha dicho el líder del grupo socialista, el alemán Udo Bullman, que también ha aprovechado para arremeter contra Salvini. "Si necesitas demostrar tu fuerza a costa de mujeres embarazadas y niños, no tienes ni idea de lo pobre que eres", le ha espetado.

Consciente de la buena acogida que ha tenido el paso dado por España, el ministro español de Exteriores, Josep Borrell, ha pedido una profunda colaboración europea para afrontar el aumento del populismo y las divisiones en materia migratoria, según ha publicado este miércoles el periódico británico Financial Times. En la entrevista, el ministro asegura que el Gobierno de Sánchez busca desempeñar un "papel más intenso en Europa", con una integración política y financiera más profunda, pero también subraya la necesidad de contar con una política común para afrontar la crisis migratoria.

Al titular de la diplomacia española le gustan las propuestas del presidente francés, Emmanuel Macron, sobre la necesidad de apoyar una reforma política y económica de la eurozona, pero, insiste, no pueden hacerlo "solos". Además, el ministro de Exteriores francés, Jean-Yves Le Drian, ha comunicado a Borrell que Francia colaborará en la acogida de pasajeros del Aquarius, después de examinar en España si estos cumplen los criterios para tener derecho de asilo.

La UE, paralizada

Pero de momento una solución está lejos. Se espera que los líderes de la UE lleguen a un compromiso sobre cómo avanzar en la reforma del asilo en la cumbre europea que celebrarán el 28 y 29 de junio en Bruselas, pero los antecedentes ya permiten presagiar que va a ser complicado.

Las normas vigentes determinan que los países europeos por donde entran los inmigrantes en la UE son los que deben procesar las solicitudes de asilo, esto se traduce en una importante carga en particular para Italia, Grecia y España, que se encuentran en primera línea.

De momento la peligrosa propuesta que está sobre la mesa es la de Austria y Dinamarca, que pretenden crear centros de asilo en países fuera del territorio comunitario. La iniciativa de Austria, donde gobierna la ultraderecha, y Dinamarca, donde el apoyo de esa facción es importante para el Ejecutivo, aún no ha sido debatida en la UE, que insiste en que los Veintiocho actúen unidos en política migratoria, pero manda un claro mensaje a los países europeos con fronteras exteriores.