Europa se pliega ante Trump: las claves de un acuerdo que se paga en aranceles, energía y defensa
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Europa se pliega ante Trump: las claves de un acuerdo que se paga en aranceles, energía y defensa

Hay tensión en el seno de la UE por el acuerdo comercial con EEUU. ¿Se ha hecho lo suficiente para presionar a la Casa Blanca? ¿Por qué no se han aplicado las amenazas? ¿Por qué ellos no pagarán más ni gastarán en la industria comunitaria?

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, con el presidente de EEUU, Donald Trump, en el club de golf Trump Turnberry (Escocia), el 27 de julio de 2025.Andrew Harnik / Getty

Esta es la crónica de una claudicación anunciada. La Europa de Ursula von der Leyen ha vuelto a agachar la cabeza ante los Estados Unidos de Donald Trump, esta vez con el acuerdo arancelario anunciado el domingo por la tarde. Es una rendición en la que sólo una parte sale herida, mientras la otra engorda. Dice Bruselas que es "lo mejor que se pudo conseguir", aferrándose al control de daños para justificar su firma. 

Los defensores del acuerdo justifican la necesidad de una paciencia estratégica con el imprevisible presidente de EEUU para lograr estabilidad y se olvidan de que apenas en primavera los números que al final han cuajado eran "inasumibles". Los críticos, los que querían una bazuca comercial y consecuencias duras e inmediatas, hablan de decepción. La Comisión Europea que comanda la alemana fue lenta y blanda como un caracol. Washington, rápido y amenazador como un guepardo. En la era del nuevo trumpismo, así se hacen las cosas. 

Tras meses de amenazas arancelarias, burlas en redes sociales y disputas entre Estados miembros, Trump ha conseguido lo que buscaba: un compromiso que fija un arancel del 15 % para la mayoría de los productos europeos. Es verdad que es inferior al 30 % con el que había amenazado y que supuestamente iba a entrar en vigor el 1 de agosto, pero también está muy por encima del pacto de cero por cero que Bruselas había ofrecido a Washington. Y, tasas aparte, el republicano ha colado un gasto forzoso en su país, sobre todo en materia de energía y defensa, que redondea el negocio. "Trump calculó exactamente dónde está nuestro umbral de dolor", como resume gráficamente un embajador europeo al Financial Times

Igual que no hay tasas impuestas a EEUU, tampoco hay compromiso de comprar más bienes made in EU desde la otra orilla. La estabilidad trasatlántica tiene un precio y lo pagan los europeos, al menos por ahora. Aún así, Von der Leyen lo define como "un gran acuerdo"; "el mejor de la historia", añaden sus asesores. 

Todo fue incómodo, del contenido del acuerdo a la puesta en escena. El mandatario neoyorquino estaba en su Trump International Golf Links de Aberdeenshire (Escocia), en una visita privada para jugar al golf. Desde que llegó al cargo, el 20 de enero pasado, no se había visto con la presidenta de la CE más que en cumbres generales. Siempre se ha negado a recibirla. La alemana fue la que tuvo que desplazarse y escuchar, antes de nada, reproches a la balanza comercial favorable a Europa y a las "transacciones muy unilaterales" supuestamente impuestas por Bruselas. Pero ella no se inmutó. Es más, le dio las gracias por un acuerdo que le quitará dinero y lo aplaudió por ser un "hacedor de acuerdos". Trump desgranó uno a uno sus logros, con la presidenta europea mirando al infinito. Bastante representativo de todo el proceso y su conclusión. 

Control de daños

La verdad es que el acuerdo difícil de vender. Hace tan sólo unos meses, en marzo y abril, cuando comenzaron las etapas volantes de los Días de la Liberación de Trump, que es cuando hacía sus anuncios de aranceles y luego reculaba y daba meses de tregua a los países implicados, la UE contemplaba un arancel del 10 %, inferior al del 15% logrado. Trump llegó a amenazar con un 30%, pero aún así no es un alivio: lo cerrado es peor de lo esperado por una Europa que, se supone, llevaba meses preparándose para lo que podría llegar en el segundo mandato del republicano, que ya había enseñado los dientes en el primero. 

Por eso incluso Incluso algunos eurodiputados de la propia familia de derechas de Von der Leyen han criticado el resultado como un mero control de daños, advirtiendo de que perjudica a la industria europea. El país más duro ha sido Francia: su primer ministro, François Bayrou, lamenta que la UE se haya resignado "a la sumisión". Luego está el ultra húngaro Viktor Orbán, que directamente se mofa de Von der Leyen diciendo que Trump "se la comió" en Escocia. "Fue un peso pluma", sostiene. 

Aún así, los líderes nacionales que presionaron a la Comisión para que no tomara represalias, como el alemán Friedrich Merz (asustado por sus coches) y la italiana Giorgia Meloni (la mejor amiga europea de Trump), han reaccionado positivamente al acuerdo, enfatizando la importancia de mantener la estabilidad entre los socios. En España, el presidente Pedro Sánchez se ha mostrado leal a la Comisión, respaldando el acuerdo comercial "pero sin ningún entusiasmo", remarca. 

Vayamos a los detalles: las exportaciones de la UE a EEUU tendrán un gravamen del 15% con carácter general, lo que es un gran triunfo para Trump. Es la cifra que ya se viene aplicando en la práctica desde hace un par de meses y la que deseaba EEUU. No se iba a conformar con el 10% impuesto de forma generalizada al resto del mundo (con excepciones como el 30% a China o el 25% a Canadá y México, más las amenazas del 145% a los propios chinos o el 50% a Brasil). "Han acordado abrir sus países al comercio con aranceles cero. Eso es un factor muy importante. Al abrir sus países, todos ellos estarán abiertos al comercio con Estados Unidos con aranceles cero", presumía el mandatario. 

"Europa había rechazado esa cifra en el pasado y ha enfatizado siempre que cualquier arancel es un castigo injusto para los consumidores. Ante Trump, en cambio, Von der Leyen asintió cuando se dijo que el pacto era justo y no habló del daño a los particulares. Es un sapo complicado de tragar, por mucho que se defienda que traerá estabilidad y previsibilidad", explica el europeísta belga Matthias Poelmans. ¿Pero había de partida un desequilibrio tan grande? ¿Es cierto que la UE hace negocio con EEUU, como denuncia el magnate? Hoy, la balanza comercial entre la Unión y su aliado muestra un déficit para Estados Unidos y un superávit para la UE, eso es verdad. En 2024, EEUU tuvo un déficit de bienes con la UE de 235.600 millones de dólares. 

"Sin embargo, no es un desequilibrio gigante como para que no se pueda resolver con medidas intermedias, sin llegar a los aranceles. Trump ha visto siempre a la UE como un aprovechado, no un socio, y no ha querido términos medios", dice el analista, porque la UE explicaba que esa cifra podría reducirse a 50.000 millones si se contabilizan los servicios y se comprometían a ajustar la balanza incrementando algunas importaciones puntuales. 

En los meses de trabajo previo, el comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic, ha hecho siete viajes a EEUU para ablandar las cosas y ha mantenido, dice el Financial, hasta cien horas de conversaciones con la gente de Trump. En julio llegó a tener un acuerdo pactado con el representante comercial estadounidense, Jamieson Greer, y el secretario de Comercio, Howard Lutnick, asumiendo sólo un 10%, pero el presidente lo tumbó. Llegó el ultimátum y, al fin, la cesión. 

Poelmans explica que sí había opciones menos dolorosas, de las que EEUU no ha querido hablar o que Bruselas no ha sabido imponer. Por ejemplo, el equipo negociador europeo planteó reducir el déficit comercial de bienes mediante la compra de más gas natural licuado, armas y productos agrícolas y también planteó ofrecer reducciones arancelarias mutuas sobre los productos de la otra parte. El tercer paso era el de imponer aranceles similares a los que Trump decidiera y con ese discurso han estado meses, "amagando y amenazando pero, también, dando pasos atrás", recuerda. 

Baja que baja

Y es que la UE no ha hecho más que ir bajando sus pretensiones: anunció un primer paquete de réplica por valor de 26.000 millones de euros en nuevas tasas, para rebajarlo a 21.000 a las primeras amenazas, con la famosa guerra del bourbon como casi más representativo. Presentó un segundo paquete, por 72.000 millones, pero apenas fue el 14 de julio, con el tiempo para hacer mella ya agotado. 

"Las divisiones internas han sido clave en este proceso. La Europa a distintas velocidades sigue existiendo y aquí se ha reflejado", expone el economista Martín Recio, especializado en fondos europeos. "Estaban los firmes y los moderados, cuando en un modelo populista e impulsivo como el de Trump no puedes dudar. La dureza de la posición china, que prometió a EEUU aranceles idénticos a los que le impusiera, hizo que los mercados se vieran sacudidos y que incluso gente del Partido Republicano se encarase con Trump", recuerda." Con Europa, no hemos llegado a eso porque siempre se ha dado un paso atrás demasiado pronto. La presión no ha sido creíble, no ha tenido tiempo de causar efectos, bien con una reacción de los mercados, bien con una subida de la inflación que es, precisamente, lo que más puede incomodar al ciudadano medio de EEUU", indica el experto, que califica el acuerdo final de "mejorable" y que aún pide prudencia para ver "el diablo en los detalles". 

Aunque todavía quedan algunos detalles por pulir, Von der Leyen ha destacado varios micro triunfos. En comparación con los aranceles que enfrentan otros países que también son históricos socios de la Casa Blanca, el acuerdo con la UE podría no ser tan desfavorable. La presidenta dijo haber logrado cero aranceles para "una serie de productos estratégicos", como los aviones y sus componentes, "determinados productos químicos, determinados medicamentos genéricos, equipos semiconductores, determinados productos agrícolas, recursos naturales y materias primas esenciales".

"No hay que subestimar el 15%, pero es lo máximo que pudimos conseguir", admite la presidenta. Trata de ver el vaso medio lleno porque a cifra porque la compara con los otros porcentajes lanzados por la Administración Trump como amenaza y porque, por ejemplo, era de un  25% extra para los coches, sobre el anterior 2,5%. Entiende que se ha bajado, entonces al igual que en la industria farmacéutica o los semiconductores. Lo cierto es que nadie sabe si Trump habría cumplido el viernes con su órdago de subir las tasas al 30%, pero pese a las prórrogas, parecía más decidido que nunca a hacerlas realidad, según la prensa norteamericana. 

"Una cosa es ser realistas sobre lo que era factible, estando Trump de por medio, y otra conformarse", señala Recio, quien entiende la "complicación de una negociación hecha en la jungla" pero recuerda todo lo aparejado a aranceles que no son aranceles y que EEUU se lleva "limpio": logra un compromiso de la UE de invertir 750.000 millones en energía en su en los próximos tres años (coincidiendo con el mandato del republicano, que podrá colgarse esa medalla), además de gastar más en la industria armamentística (600.000 millones de dólares adicionales en equipamiento). ¿Es mejor un mal acuerdo que un no acuerdo, como defiende el gabinete de Von der Leyen? "Habrá que verlo, quedan días y semanas para poner negro sobre blanco el marco acordado", señala. 

El buque portacontenedores One Apus, de Japón, descargado en la terminal de contenedores del puerto de Bayonne (Nueva Jersey), el 12 de agosto de 2024.Gary Hershorn / Getty Images

Un modelo que funciona... para EEUU

Los expertos del tanque de pensamiento Atlantic Council de Washington han emitido un informe de urgencia tras el acuerdo en el que exponen que, pese a todo, los dos bloques "parecen haber evitado por ahora una guerra comercial autodestructiva en la relación comercial y de inversión más grande y profunda que conoce la economía global" y eso es positivo. Pero constatan que Trump, una vez más, ha impuesto un modelo negociador exitoso que siempre arrima el ascua a su sardina: no sólo incluye nuevos aranceles, sino compras de energía estadounidense y un aumento de la inversión extranjera directa en Estados Unidos. Triple ganancia. 

Ahora, "será necesario seguir de cerca los detalles sobre cómo el acuerdo trata la producción automotriz estadounidense y las exportaciones de automóviles de la UE, así como la apertura de los mercados europeos" a la que se refirieron tanto Trump como von der Leyen". Estos detalles "serán un indicador importante de si el enfoque de Trump ha logrado concesiones de la UE en materia de barreras no arancelarias, o qué intereses ofensivos ha logrado asegurar la UE", indican sus analistas. 

Auguran tormenta en la UE, pese al aval general al acuerdo, porque muchos europeos no aceptan la premisa del "reequilibrio" en las relaciones. "Aunque el arancel estadounidense del 15 % sobre los productos de la UE es similar a los términos del reciente acuerdo de Estados Unidos con Japón, será controvertido entre importantes sectores de la UE, que consideran razonablemente que los aranceles son contrarios a las normas internacionales y no quieren recompensar lo que consideran un mal comportamiento". Como resultado, Von der Leyen "podría sentirse presionada para que la UE responda a los aranceles estadounidenses de la misma manera, lo que "podría descarrilar el acuerdo de aquí al 1 de agosto". "Muchos en Europa se preguntarán si un enfoque mucho más duro, más escalador y más concentrado”, similar al que China utilizó contra Estados Unidos a principios de este año, “habría dado mejores resultados", inciden.

La visión norteamericana es mucho menos negra que la de la vieja Europa, porque hasta auguran "una mayor integración del Grupo de los Siete (G7), ya que todos los miembros del G7, excepto Canadá, han anunciado acuerdos con Estados Unidos" Como si no hubieran salido de una amenaza clara, entre la espada y la pared." Los compromisos europeos y japoneses de aumentar la inversión en Estados Unidos implicarán que más votantes estadounidenses serán empleados por empresas de aliados japoneses y europeos. 

Una mayor inversión entre los miembros del G7 también aumenta la alineación de intereses económicos de maneras que los aranceles jamás podrían lograr", dice el think tank, que no es de los más conservadores del país.

Antonio Costa, Volodimir Zelenski, Mark Rutte y Ursula von der Leyen, en la cumbre de la OTAN en La Haya, el 24 de junio de 2025.Omar Havana / Getty Images

No es sólo el comercio

El acuerdo vale más que sólo comercio, porque en un momento en que el continente europeo sigue dependiendo de EEUU para el apoyo a la OTAN y la defensa de Ucrania contra Rusia es, en la práctica una inversión para mantener a Trump comprometido con Europa. Eso es un logro, a base de cesiones, que ya se vieron a las claras en la cumbre de la Alianza Atlántica en La Haya (Países Bajos) del pasado junio. 

"Europa está lamentablemente atrapada porque es dependiente y, aunque está en proceso de buscar su propia autonomía estratégica en defensa o energía, quedan años hasta que lo logre", constata Poelmans. "Han acordado comprar una gran cantidad de equipo militar. No sabemos cuál es esa cifra, pero la buena noticia es que fabricamos el mejor equipo militar del mundo", ha dicho Trump, siempre a lo grande, pero sin profundizar más. 

En la cita atlántica, se cumplieron los deseos y los socios acordaron dedicar un 5% de su PIB a Defensa. Aumentar sus arsenales pasaba, claramente, por comprar más a EEUU, que tiene la industria más potente del planeta. Ahora, ese acuerdo no explicitado toma cuerpo, con la compra comprometida en Escocia. El Libro Blanco de la defensa europea ya explicaba la fuerte dependencia europea del material estadounidense y la incertidumbre generada por Administración Trump tenían que llevar a un desapego, manteniendo los lazos de la propia OTAN. 

"Europa no puede dar por sentada la garantía de seguridad estadounidense y debe aumentar sustancialmente su contribución para mantener fuerte a la OTAN", reza el documento. Reducir la dependencia de terceros países, especialmente en la carrera tecnológica mundial, es otra de las prioridades destacadas por los comisarios de la UE. Ahora la acaba de multiplicar. El miedo era que, si no cedía, EEUU ordenase la retirada de sus tropas de Europa o se fuera incluso de la OTAN, peligros que el equipo de Trump saca a relucir de cuando en cuando, que nadie sabe si son realistas o bravucones, pero que imponen. 

Europa también ha querido garantizarse (todo lo que puede ser garantía viniendo de Trump) que en EEUU se seguirá suministrando ayuda militar y de inteligencia a Ucrania, invadida por Rusia desde febrero de 2022. Hasta el momento, Trump estaba relegando la ayuda, enviando sólo la que estaba ya aprobada por el presidente previo, el demócrata Joe Biden, y por supuesto sin imponer más sanciones a Rusia, a la que ha tratado con guante de seda en las improductivas negociaciones de paz abiertas sobre el conflicto.

 Ahora ha cambiado algo más que ligeramente, y es fundamental que siga comprometiendo medios, sobre todo para la defensa aérea, en un momento en el que se recrudecen los ataques con drones y misiles por parte de los de Vladimir Putin. "Es de entender que, tras este esfuerzo comercial, EEUU sea menos reacio a enviar medios o información y cortar por lo sano, como pretendía hace meses Trump. Digamos que hay compromisos que atan, pero hablamos de Trump. ¿Quién puede saber lo que puede pasar? De momento, tiene otra victoria, como el acosador del patio que se lleva el bocadillo", concluye el belga. 

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Soy redactora centrada en Global y trato de contar el mundo de forma didáctica y crítica, con especial atención a los conflictos armados y las violaciones de derechos humanos.

 

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Mi labor es diversa, como diverso es el planeta, así que salto de Oriente Medio a Estados Unidos, pero siempre con el mismo interés: tratar de entender quién y cómo manda en el siglo XXI y cómo afectan sus decisiones a la ciudadanía. Nunca hemos tenido tantos recursos, nunca hemos tenido tanto conocimiento, pero no llegan ni las reformas ni la convivencia prometidas. Las injusticias siempre hay que denunciarlas y para eso le damos a la tecla.

 

También tengo un especial empeño en la actualidad europea, que es la que nos condiciona el día a día, y trato de acercar sus novedades desde Bruselas. En esta ciudad y en este momento, la defensa es otra de las materias que más me ocupan y preocupan.

 

Mi trayectoria

Nací en Albacete en 1980 pero mis raíces son sevillanas. Estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, donde también me hice especialista en Comunicación Institucional y Defensa. Trabajé nueve años en El Correo de Andalucía escribiendo de política regional y salté al gabinete de la Secretaría de Estado de Defensa, en Madrid. En 2010 me marché como freelance (autónoma) a Jerusalén, donde fui corresponsal durante cinco años, trabajando para medios como la Cadena SER, El País o Canal Sur TV.

 

En 2015 me incorporé al Huff, pasando por las secciones de Fin de Semana y Hard News, siempre centrada en la información internacional, pero con brochazos de memoria histórica o crisis climática. El motor siempre es el mismo y lo resumió Martha Gellhorn, maestra de corresponsales: "Tiro piedras sobre un estanque. No sé qué efecto producen, pero al menos yo tiro piedras". Es lo que nos queda cuando nuestras armas son el ordenador y las palabras: contarlo. 

 

Sí, soy un poco intensa con el oficio periodístico y me preocupan sus condiciones, por eso he formado parte durante unos años de la junta directiva de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) España. Como también adoro la fotografía, escribí  'El viaje andaluz de Robert Capa'. Tuve el honor de recibir el XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla por mi trabajo en Israel y Palestina y una mención especial en los Andalucía de Periodismo de la Junta de Andalucía (2007). He sido jurado del IV Premio Internacional de Periodismo ‘Manuel Chaves Nogales’.

 

 


 

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