De las "felicitaciones" de Trump al "no" de Hamás: qué viene tras el aval de la ONU al plan de Gaza
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De las "felicitaciones" de Trump al "no" de Hamás: qué viene tras el aval de la ONU al plan de Gaza

La resolución del Consejo de Seguridad da un mandato legal a la hoja de ruta de EEUU, pero deja muchas preguntas en el aire: qué pasa con la fuerza internacional y junta de paz, quién y cuándo va a participar, qué ocurre si los islamistas no ceden. 

Una familia palestina camina entre los escombros de edificios destruidos en Nuseirat, en el centro de la franja de Gaza, 31 de octubre de 2025.Mahmoud Issa / Reuters

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó en la noche de ayer un texto con pocos precedentes en sus 80 años de historia. Es una resolución que, en realidad, parte de un proyecto redactado por un país, unilateral, prácticamente impuesto a las partes como un lo tomas o lo dejas (escorado, además, por amistad con uno de los negociadores en liza), y que ahora ha encontrado el mandato legal de la organización y de las grandes potencias del mundo. Pese a ello, deja incontables preguntas e hilos sueltos, empezando por la propia autoridad de la ONU para ejecutar o pedir cuentas. 

Hablamos del espaldarazo que ha recibido el (mal llamado) plan de paz para Gaza del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que logró cosechar 13 votos a favor, ninguno en contra y dos abstenciones fundamentales, las de Rusia y China, miembros permanentes del Consejo y, por ello, con derecho de veto. Ninguno lo quiso aplicar y, por eso, el texto salió adelante, avalando desde la sede neoyorquina de la ONU la visión de la Casa Blanca sobre cómo debe seguir aplicándose el alto el fuego en la franja de Gaza y cómo ha de ser su estabilización y reconstrucción posterior, tras dos años de genocidio de Israel, respuesta a los atentados de Hamás del 7 de octubre de 2023. 

La votación del Consejo representa una importante victoria diplomática para el Gobierno de Trump ya que su país, durante los últimos dos años, se había mantenido aislado en las Naciones Unidas debido a su firme apoyo a Israel, salvándolo de otras resoluciones que reclamaron el armisticio o la entrada de ayuda humanitaria mucho antes. Ahora, la resolución pasa a ser de todos, y eso sería bueno porque denotaría consenso internacional, pero no lo es porque, de partida, se trata de un texto que somete el criterio y el mando de los propios palestinos a una mirada y una orden externa y porque, además, nadie sabe cómo van a poder darse los pasos acordados, cómo se va a ir cumpliendo cada uno de los 20 puntos fijados por Trump. La indefinición da angustia, y ya hay mucha acumulada, 68.000 muertos después, pese a que EEUU lo venda como un "salvavidas". 

Negro sobre blanco

¿Qué es lo que dice el articulado? La última versión plantea la creación de una Fuerza Internacional de Estabilización (ISF por sus siglas en inglés) que aseguraría las fronteras de Gaza junto a Israel y Egipto y entrenaría y colaboraría con la policía palestina. También trabajaría en "retirar permanentemente del servicio las armas de los grupos armados no estatales", la protección de los civiles y la vigilancia de los corredores de ayuda humanitaria.

Según informaciones de la prensa norteamericana, esa fuerza estaría compuesta de unos 20.000 soldados internacionales. Un borrador del texto difundido la semana pasada dice que la fuerza puede utilizar "todas las medidas necesarias", es decir, la fuerza entre ellas, para hacer cumplir su mandato. Washington ha hablado con Indonesia, los Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Qatar, Turquía y Azerbaiyán sobre la contribución de tropas a la fuerza, pero aún no está claro qué países se comprometerán. EEUU no planea enviar sus propias tropas, lo mismo que se ha negado a hacer en Ucrania, con la propuesta que estudia de forma embrionaria la Coalición de Voluntarios

A medida que las ISF "establezcan el control y la estabilidad", las fuerzas armadas israelíes se retirarían de Gaza "en función de estándares, hitos y plazos vinculados a la desmilitarización". La fuerza de estabilización también coordinará con Egipto e Israel la capacitación y el apoyo al personal policial palestino, la protección de la población civil, el mantenimiento de corredores humanitarios y la seguridad de las zonas fronterizas.

También se plantea la creación de un Gobierno transitorio para Gaza. Pide expresamente "el establecimiento de la Junta de Paz, como "una administración de transición con personalidad jurídica internacional". Dicha Junta estará dirigida por el presidente Trump, como ya avanzó en septiembre cuando informó al mundo del acuerdo inicial con Israel (una rueda de prensa en la que, todo sea dicho, ya avanzó que tiene mucho trabajo y no sabe cuánto esfuerzo le podrá dedicar al tema). Del resto de su composición no se sabe nada de nada pero sí que la ONU no tiene por qué aprobar o vetar a nadie. El poder está en manos de EEUU. 

Su tarea será "coordinar la entrega de asistencia humanitaria, facilitará el desarrollo de Gaza y apoyará a un comité tecnocráta de palestinos responsable de las operaciones cotidianas de Gaza, del servicio civil y de la administración", precisó anoche el embajador estaounidense ante la ONU, Mike Waltz. Su mandato, en principio, duraría hasta 2027.

Esos poderes se transferirán al Gobierno Autónomo Palestino, o sea, a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), cuando "haya haya completado satisfactoriamente su programa de reformas". El borrador no detalla cuáles deberían ser esas reformas, aunque desde prácticamente el inicio de la ofensiva de Tel Aviv hay presiones de Washington al presidente Mahmoud Abbas para una mayor democratización y transparencia, menos corrupción y un proceso sucesorio estable. 

A diferencia de los borradores anteriores, este texto sí menciona la creación de un futuro Estado palestino reconocido globalmente. Una vez que la Autoridad Palestina haya llevado a cabo las reformas solicitadas y la reconstrucción de Gaza esté en marcha, "se podrán dar por fin las condiciones necesarias para una vía factible hacia la libre determinación y la condición de Estado de Palestina. Estados Unidos establecerán un diálogo entre Israel y los palestinos para acordar un horizonte político que permita alcanzar una coexistencia pacífica y próspera". Israel ya dijo, cuando se desveló hace un mes este punto, que no iba a asumirlo. Es como el enorme elefante que nadie quiere ver, quizá porque nadie tiene confianza en que las cosas avancen y se llegue finalmente a ese punto de debate. 

Las resoluciones del Consejo de Seguridad se consideran derecho internacional jurídicamente vinculante, y si bien el Consejo no cuenta con un mecanismo para hacerlas cumplir, puede tomar medidas para sancionar a los infractores con penas como sanciones. Lo que ocurre es que, si miramos al pasado, Israel es un veterano en esos incumplimientos, sin que haya recibido reprimenda alguna. 

Reacciones... 

Tras conocer el resultado de la votación, Trump escribió en sus redes sociales: "Felicitaciones al mundo por la increíble votación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, hace apenas unos instantes, que reconoce y respalda la Junta de la Paz, que presidiré y que incluirá a los líderes más poderosos y respetados del mundo". Agradeció a varios países, entre ellos Rusia y China, y afirmó que la votación "conducirá a una mayor paz en todo el mundo".

De nuevo, sin dar más detalles sobre quién estará con él en esa Junta de Gaza, cuando en su momento se señaló al ex primer ministro de Reino Unido, Tony Blair, como el pivote central del organismo. 

Sin embargo, el camino a seguir está plagado de incertidumbres, con los continuos ataques israelíes en Gaza y los brotes de violencia en Cisjordania. Prácticamente cada día se registran muertos o heridos palestinos por fuego de las tropas israelíes en el enclave costero, en lo que normalmente el Ejército israelí califica de "terroristas" que estaban más allá de la zona amarilla, en la mitad de la Franja controlada por Israel. Desde la entrada en vigor del alto el fuego, más de 260 palestinos han muerto bajo fuego israelí, según el recuento del Ministerio de Sanidad de Gaza a fecha del 18 de noviembre. 

Ya ha habido amagos de Israel de romper la tregua con bombardeos muy graves por el ataque supuesto a sus soldados o por la falta de cumplimiento de Hamás en la entrega de los cuerpos de los rehenes que aún quedan en su poder, un proceso complejo por la cantidad de ripios que hay en un territorio donde el 90% de las edificaciones están dañadas o destrozadas. Por el momento, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aplaude la resolución aprobada anoche porque cree que el plan de Trump "conducirá a la paz", toda vez que establece "la desmilitarización total, el desarme y la desradicalización" del territorio palestino. Para Bibi, este plan propiciará además una mayor integración de Israel con sus vecinos árabes, así como ampliar los llamados Acuerdos de Abraham de restablecimiento de relaciones con dichos países.

También acata la aprobación del texto la ANP que, en un comunicado recogido por la agencia de noticias palestina WAFA, ha llamado a las partes y a la comunidad internacional a implementarla de inmediato. Habla de "satisfacción" porque entiende que va asegurar la retirada "completa" de las tropas israelíes y prevenir la anexión del enclave palestino por parte de Israel. También enfatiza que hay que actuar ya por una entrada y entrega de ayuda humanitaria "sin obstáculos" y afirma que se consolida "el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación y al establecimiento de su Estado palestino independiente".

Quien no lo acepta es Hamás. El Movimiento de Resistencia Islámica ha dicho en un comunicado publicado en la red social Telegram que la resolución "no responde a los derechos ni demandas de los palestinos, favorece la ocupación israelí y busca imponer un mecanismo de tutela internacional sobre el enclave, que los palestinos y las facciones de resistencia no aceptan". Hamás subrayó que asignar a la fuerza internacional tareas dentro de Gaza compromete su neutralidad y la convierte en un actor del conflicto a favor de la ocupación. De llegar a establecerse, dicen, cualquier despliegue internacional debería hacerse únicamente en las fronteras, con el fin de separar fuerzas y monitorear el alto el fuego, bajo supervisión completa de la ONU.

Sultan Barakat, profesor de políticas públicas en la Universidad Hamad Bin Khalifa (Qatar), explica en Al Jazeera que el hecho de que Israel no haya respetado el armisticio en estas semanas "ha minado la confianza de los palestinos en el plan en general y es la razón por la que Hamás está reconsiderando su postura sobre la fuerza de estabilización". El experto añade que Israel comprende perfectamente que Hamás no aceptará el componente de desarme del mandato de la fuerza internacional.

Unos niños palestinos se sientan junto a una hoguera, tratando de obtener calor en mitad de las inundaciones del otoño, 17 de noviembre de 2025, en el centro de Gaza.Mahmoud Issa / Reuters

... y dudas

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, afirmó esta mañana que la resolución constituye "un paso importante en la consolidación del alto el fuego" que todas las partes deben "respetar" pero, también, reclamó a todos que empiecen a concretar los pasos, ante la enorme crisis humanitaria que sufre Gaza, a la que siguen entrando camiones con alimentos o suministros médicos a cuentagotas y donde, además, ahora afrontan los daños de las inundaciones de los últimos días. Más de 13.000 palestinos se han visto afectados, indica la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA)

"Resulta esencial ahora traducir el impulso diplomático en medidas concretas y urgentes sobre el terreno. Las Naciones Unidas se comprometen a desempeñar las funciones que le han sido encomendadas en esta resolución", dijo Guterres a través de su portavoz, Stéphane Dujarric, en un comunicado. La resolución autoriza al Banco Mundial -entidad de la ONU- a destinar recursos financieros para la reconstrucción de Gaza y insta a la creación de un fondo fiduciario específico para tal fin.

Lo primero que hay que aclarar es el nombramiento de los miembros de la Junta de la Paz, el organismo encargado de supervisar la transición en Gaza, y la clarificación de bajo qué autoridad operarían las fuerzas de estabilización. También, el papel que la propia Palestina va a tener. El embajador de Argelia ante la ONU, Amar Bendjama -único miembro árabe del Consejo y quien negociaba en nombre del Grupo Árabe de la organización-, agradeció a Trump su compromiso personal en el conflicto pero le recordó que no deben pasarse por alto las aspiraciones del pueblo palestino de tener un Estado y, para empezar, para gestionar su propio presente y futuro. "La paz genuina en Oriente Medio no puede lograrse sin justicia, justicia para el pueblo palestino, que ha esperado décadas la creación de su Estado independiente", afirmó.

Muchos miembros del Consejo, entre ellos Francia, Guyana, Pakistán, Eslovenia y Somalia, manifestaron su preocupación por el hecho de que la resolución no incluyera un lenguaje claro sobre la creación de un Estado palestino. Sin embargo, indicaron que habían respaldado la propuesta para apoyar el impulso político, prevenir el resurgimiento de la violencia y permitir que la tan necesaria ayuda humanitaria llegara al enclave. Reiteraron que la integridad territorial de Gaza debe permanecer intacta y que la paz duradera debe basarse en una solución de dos Estados.

Entre los desafíos que afrontará la Fuerza Internacional de Estabilización se encuentra cómo hacer frente a los combatientes de Hamás, que aún están armados y presentes en Gaza. La resolución establece que la fuerza sería responsable de destruir la infraestructura militar en Gaza y desarmar a los grupos militantes. Pero los países árabes y musulmanes que se espera que envíen soldados a Gaza -Egipto, Indonesia, Turquía y los Emiratos Árabes Unidos- temen que sus tropas participen en enfrentamientos armados con militantes palestinos (no sólo de Hamás) y que cualquier derramamiento de sangre adicional genere rechazo en la opinión pública árabe hacia su intervención. El embajador de Israel ante las Naciones Unidas, Danny Danon, declaró en la sesión de anoche: "La desmilitarización de Hamás es una condición fundamental del acuerdo de paz. No habrá futuro en Gaza mientras Hamás posea armas".

La ONU ya ha confirmado que en ningún caso estamos hablando de cascos azules, porque la gazatí no sería una operación ONU como tal. El Gobierno de Trump solicitó el mandato en las Naciones Unidas únicamente porque los países que vayan a enrolarse le dijeron que necesitan la autorización del Consejo de Seguridad para que sus tropas no sean percibidas por su propia población como ocupantes de Gaza, algo muy sensible teniendo en cuenta que son estados árabes o de mayoría musulmana. 

Daniel Forti, analista sénior de la ONU en el International Crisis Group, afirma que es necesario un proceso de creación "creíble" para la Fuerza Internacional de Estabilización o, de lo contrario, fracasará. Explica que el Consejo de Seguridad ha autorizado a organizaciones ajenas a la ONU, incluidas coaliciones como la OTAN, a lanzar intervenciones militares con su respaldo legal, "y ese fue el concepto básico que EEUU ha propuesto" ahora. "No pretende ser una misión de los Cascos Azules de la ONU. No estará dirigida ni supervisada por la ONU y no seguirá sus procedimientos ni sus normas. Pero contará con la legitimidad y el respaldo del Consejo", añade.

La Fuerza tampoco estará sujeta a las prácticas tradicionales de la ONU para la movilización de tropas, la financiación ni las misiones. "Por lo tanto, esto dependerá en gran medida de los países que quieran aportar tropas sobre el terreno y financiar la fuerza de estabilización". Sí estará presionada por ese empeño en que pueda usar la fuerza, que según sus datos reclaman incluso grupos humanitarios en Gaza para poder mantener el orden público. Será la piedra de toque. 

Hay mucho en juego para todos los actores en este conflicto. Los palestinos quieren que termine el sufrimiento y la guerra. Los israelíes, el desarme de Hamás. Y EEUU, ser la voz cantante que lleve la paz a la región y dé un Nobel a su jefe. Pero para eso, pese a la votación de ayer, queda mucho. 

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Soy redactora centrada en Global y trato de contar el mundo de forma didáctica y crítica, con especial atención a los conflictos armados y las violaciones de derechos humanos.

 

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Mi labor es diversa, como diverso es el planeta, así que salto de Oriente Medio a Estados Unidos, pero siempre con el mismo interés: tratar de entender quién y cómo manda en el siglo XXI y cómo afectan sus decisiones a la ciudadanía. Nunca hemos tenido tantos recursos, nunca hemos tenido tanto conocimiento, pero no llegan ni las reformas ni la convivencia prometidas. Las injusticias siempre hay que denunciarlas y para eso le damos a la tecla.

 

También tengo un especial empeño en la actualidad europea, que es la que nos condiciona el día a día, y trato de acercar sus novedades desde Bruselas. En esta ciudad y en este momento, la defensa es otra de las materias que más me ocupan y preocupan.

 

Mi trayectoria

Nací en Albacete en 1980 pero mis raíces son sevillanas. Estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, donde también me hice especialista en Comunicación Institucional y Defensa. Trabajé nueve años en El Correo de Andalucía escribiendo de política regional y salté al gabinete de la Secretaría de Estado de Defensa, en Madrid. En 2010 me marché como freelance (autónoma) a Jerusalén, donde fui corresponsal durante cinco años, trabajando para medios como la Cadena SER, El País o Canal Sur TV.

 

En 2015 me incorporé al Huff, pasando por las secciones de Fin de Semana y Hard News, siempre centrada en la información internacional, pero con brochazos de memoria histórica o crisis climática. El motor siempre es el mismo y lo resumió Martha Gellhorn, maestra de corresponsales: "Tiro piedras sobre un estanque. No sé qué efecto producen, pero al menos yo tiro piedras". Es lo que nos queda cuando nuestras armas son el ordenador y las palabras: contarlo. 

 

Sí, soy un poco intensa con el oficio periodístico y me preocupan sus condiciones, por eso he formado parte durante unos años de la junta directiva de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) España. Como también adoro la fotografía, escribí  'El viaje andaluz de Robert Capa'. Tuve el honor de recibir el XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla por mi trabajo en Israel y Palestina y una mención especial en los Andalucía de Periodismo de la Junta de Andalucía (2007). He sido jurado del IV Premio Internacional de Periodismo ‘Manuel Chaves Nogales’.

 

 


 

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