El lunes aterrizamos en Kangerlussuaq, al oeste de la isla ártica. Pese saber que este año el deshielo se ha adelantado, no estábamos preparados para lo que nos esperaba en esta localidad, la más cercana a nuestro punto de partida. El calor es casi agobiante. De hecho, de día estamos en en manga corta, y sudando en cuanto nos ponemos a preparar el Trineo. Es la peor noticia posible.