Espadas en alto entre Trump y Maduro: las claves de un choque con el 'narco' de fondo
El presidente venezolano afirma que su país enfrenta la "más grande amenaza" del continente en un siglo por el despliegue de buques de la Armada de EEUU en el Caribe. Promete declararse "en armas" si es agredido.

El mundo ya tiene suficientes conflictos armados abiertos (56, para ser exactos) como para sumar uno nuevo. Pero eso, la guerra abierta, es lo que ha prometido Venezuela si Estados Unidos osa atacar sus intereses. Lo dijo anoche el presidente Nicolás Maduro, quien denunció que en el mar Caribe hay ocho buques y un submarino nuclear, con 4.200 efectivos y 1.200 misiles a bordo, apuntando supuestamente contra su territorio. Caracas se declararía "en armas" si "fuera agredida", prometió.
Maduro habla de "más grande amenaza que se haya visto" en América "en los últimos cien años" y sostiene que desde Washington se está aplicando una táctica de "máxima presión" sobre Venezuela para provocar el cambio político: el chavista se proclamó hace un año ganador en unas elecciones no reconocidas como limpias por la comunidad internacional, empezando por EEUU. Sin embargo, la Administración de Donald Trump confirma el movimiento de barcos y lo enmarca en su lucha contra el narcotráfico en la zona. Ha señalado a algún cártel que, dice, tiene abrigo en el Palacio de Miraflores.
Esta pasada noche, Washington ha transformado la amenaza en realidad: ha confirmado la muerte de "11 terroristas" en un "ataque letal" contra un barco cargado de droga procedente de Venezuela. Pese al calor inicial de las advertencias de Caracas, la respuesta del chavismo ha sido tibia: recordar que nadie va a quedarse con los recursos del país y acusar a EEUU de usar inteligencia artificial para enturbiar las cosas.
Estas son las claves del nuevo choque y sus posibles consecuencias. Spoiler: la contienda abierta parece improbable, pero la tensión sí que puede subir en los próximos días.
El despliegue
El pasado 19 de agosto, Washington confirmó un despliegue inicial de al menos tres buques destructores, con alrededor de 4.500 soldados a bordo, incluidos 2.200 infantes de marina, en aguas cercanas a las costas venezolanas, al sur del Caribe. Un intento de mejorar la lucha contra el narcotráfico que se vería ampliado en breve: el 26 de agosto, varios medios de EEUU amanecieron citando diversas fuentes del Gobierno federal que indicaban un mayor despliegue de buques y la agencia Reuters afinó pronto los detalles: siete buques de guerra estadounidenses, junto con un submarino de ataque rápido de propulsión nuclear, estaban ya camino de la región o a punto de llegar, en los primeros días de septiembre.
Entre los nuevos navíos para el despliegue en la región se encontraban el USS Lake Erie, un crucero de misiles guiados, y el USS Newport News, el submarino de ataque rápido de propulsión nuclear. También había aviones de reconocimiento P8 Poseidon adicionales, varios destructores y un crucero lanzador de misiles guiados, añade la CNN.
El almirante Daryl Caudle, nuevo jefe de operaciones navales en esta segunda temporada de Trump en la Casa Blanca, declaró finalmente a la prensa que los buques se dirigen a aguas suramericanas para apoyar operaciones y misiones venezolanas que involucran a cárteles de la droga. No son ofensivas, pues. En declaraciones realizadas el 28 de agosto, en una base naval en Norfolk (Virginia), Caudle expresó la preocupación por el hecho de que algunos venezolanos participen en grandes operaciones antidrogas. Sin embargo, se negó a dar detalles sobre los objetivos militares, afirmando que gran parte de la información es clasificada.
También especificó que su trabajo consiste en proporcionar fuerzas navales para el despliegue de comandantes militares, lo que a su vez ofrece opciones al presidente y al secretario de Defensa. Sin ir más allá.

La apuesta y el argumentario
Antes de estos movimientos, hay que irse a finales de julio y a los movimientos ordenados por Trump para ampliar la visión de conjunto. El republicano designó entonces al Cartel de los Soles como organización terrorista internacional. Se trata de un presunto grupo criminal venezolano que, según Washington, campa en las altas esferas políticas, militares y judiciales de Venezuela.
No de ahora, sino desde finales de la década de 1990, que es cuando tiene infraestructura y personal para enviar drogas a EEUU. Las averiguaciones de la Administración de Control de Drogas (DEA) no se oficializan hasta marzo de 2020, durante el primer mandato de Trump. Es entonces cuando el Departamento de Justicia reconoce formalmente que el cartel existe y asegura que Maduro y el titular de Interior venezolano, Diosdado Cabello, son sus líderes, algo que Trump reiteró hace dos meses.
Poco después, en agosto, Trump reiteró su acusación contra Maduro de ser el líder de ese cartel y duplicó la recompensa a 50 millones de dólares por información que conduzca al arresto del mandatario venezolano. La fiscal general estadounidense, Pam Bondi, lo anunció en redes sociales, prometiendo que "bajo el liderazgo del presidente Trump, Maduro no escapará a la justicia y será responsable de sus despreciables crímenes".
Las acusaciones contra Maduro, rechazadas insistentemente por el Gobierno de Venezuela, no son nuevas. Se remontan a 2020, cuando EEUU ya señaló al mandatario directamente como líder del Cartel de los Soles y ofreció inicialmente 15 millones de dólares por información que llevase a su arresto.
La pelea no es sólo con los Soles: en febrero, Trump ya designó al Cártel de Sinaloa de México y a otras bandas de narcotraficantes, así como al grupo criminal venezolano Tren de Aragua, como organizaciones terroristas globales. El neoyorquino usó al Tren como arma arrojadiza en su campaña presidencial de 2024, insistiendo en que estaba tras distintos choques vandálicos en ciudades como Aurora y Denver. En julio se produjo un intercambio de presos entre Venezuela y EEUU y, entre los beneficiarios hubo algunos miembros de esta trama.
Los primeros pasos
En una primera lectura de la noticia del despliegue, Maduro garantizó que "ningún imperio va a tocar el suelo sagrado de Venezuela" y minimizó las "amenazas a la paz" del país. El mandatario aseguró ya a finales de agosto que su país tiene la capacidad defensiva para evitar una confrontación. Lo mismo que dijo anoche, pero ya con la temperatura más elevada, ante la inminencia de la llegada de los barcos.
Acusó a Trump no sólo de quererlo atacar sino de "violar" también "el Tratado de Tlatelolco de 1967". Según este acuerdo, de casi 60 años de vigencia, se considera a América Latina y el Caribe como zonas libres de armas nucleares. Trata de convertir esta batalla en algo continental, no doméstico, y de hecho anunció que, si la guerra se inicia, será "completa", "en todo el continente". Los ministros de Relaciones Exteriores de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) pidieron este lunes mantener a la región "como una tierra de paz", tras una reunión virtual de urgencia para analizar el despliegue naval de EEUU, precisamente.
Fue curioso porque, en la misma comparecencia, Maduro tuvo las mejores y las peores palabras para Washington: a quien señala por todo es al secretario de Estado, Marco Rubio, a quien llamó "señor de la guerra". A quien salva relativamente es a Trump, "inteligente y audaz", que quiere "la paz para el mundo". Cal y arena.
¿Qué pasos ha dado Maduro por ahora ante estos movimientos? Pues ha declarado la "máxima preparación militar". "Nosotros estamos en un periodo especial de preparación y en cualquier circunstancia vamos a garantizar el funcionamiento del país, nos toque o no nos toque", declaró el jefe de Estado, quien indicó que unos 8,2 millones de personas "están alistadas para defender" al territorio. Ya ha anunciado la movilización de 4,5 millones de milicianos. Incide en que el chavismo lleva más de 20 años preparándose en lo defensivo y en lo diplomático para ofensivas externas como la norteamericana.
Ya el pasado fin de semana se iniciaron las jornadas de inscripción a la Milicia Bolivariana de civiles que no tienen, en la mayoría de los casos, experiencia militar previa. Maduro afirmó que fueron "un éxito" y ordenó que continúen, mientras que la oposición afirma que el llamamiento ha sido un "fracaso". En algunos centros de inscripción, como la Plaza Bolívar de Caracas, se registró una afluencia considerable de voluntarios, mientras que en otros puntos se observó mucha menor concurrencia, indican agencias internacionales como AFP, presentes en el país.
La Milicia venezolana, adscrita a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, fue creada en 2005 por el fallecido presidente Hugo Chávez y establecida formalmente en 2010. Maduro afirmó en 2020 que ya había más de 4,5 millones de milicianos inscritos.
El ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, anunció el martes pasado, además, despliegue de buques en aguas territoriales del Caribe como parte de un despliegue para combatir "grupos terroristas, armados, narcotraficantes". Tampoco hablaba de una misión ofensiva sino de un refuerzo de 15.000 efectivos en los estados Táchira y Zulia, fronterizos con Colombia.
Además, más un millar pescadores, militares y funcionarios civiles se desplazaron este lunes hasta el Cabo San Román, el punto más septentrional de Venezuela, para una concentración en defensa de la "soberanía", que consideran amenazada por las maniobras de EEUU, informó el ministro oficialista de Pesca y Acuicultura, Juan Carlos Loyo.
También se ha movido ya Caracas en lo diplomático, porque ha enviado ya dos cartas al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, para pedir la intervención de su organismo y ponga así fin a la la movilización de EEUU o, al menos, la aleje de sus dominios. "Se trata de una operación de propaganda masiva para justificar lo que los expertos llaman acción cinética, es decir, una intervención militar en un país soberano e independiente que no representa una amenaza para nadie", declaró a la prensa el embajador de Venezuela ante la ONU, Samuel Moncada, tras reunirse con el portugués.
¿Qué dice EEUU?
EEUU no ha hecho aún referencia a las palabras de anoche de Maduro. Sin embargo, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, sí lleva días afrontando preguntas de la prensa sobre el despliegue en el Caribe y dejando las cosas poco claras, la verdad. Respondió que no se adelantaría al presidente, pero remarcó que el mandatario está siendo respaldado por muchos países por sus esfuerzos antidrogas y por "llevar a los responsables ante la Justicia".
Afirmó que Trump está dispuesto a utilizar "todos los recursos del poder estadounidense para detener la entrada de drogas a nuestro país" y que no ceden en esa pelea, especialmente centrada en el fentanilo, y que ha sido causa incluso para introducir aranceles comerciales a países que, dice Washington, no hacen lo suficiente por evitar el comercio ilícito, de México a Canadá.
"Muchas naciones del Caribe y de la región han aplaudido las operaciones y esfuerzos antidrogas de la Administración", declaró Leavitt la semana pasada.
También recalco que el régimen del Maduro no es considerado como un Gobierno legítimo (entiende que el presidente debería ser el opositor Edmundo González Ledesma, a tenor de las actas presentadas por los opositores en julio de 2024), sino un cartel de narcoterrorismo desde la óptica estadounidense.
La disidencia venezolana, de hecho, sí ha aplaudido el despliegue de EEUU, porque entiende que es "valiente" y parte de un "enfoque correcto" en la lucha contra el narco, en palabras de su líder interna, María Corina Machado, entrevistada por la cadena norteamericana Fox. "Ttenemos que cambiar todo esto y, con el soporte del presidente de EEUU, Venezuela será libre", enfatizó.

Washington y Caracas no tienen relaciones diplomáticas desde 2019, pero desde el retorno de Trump al Despacho Oval ambos protagonizan un toma y daca curioso, de denuncias y flores cruzadas: han llegado a cerrar acuerdos de liberación de presos y a mostrar apertura para hablar de sanciones y, ahora, a poner las espadas en alto, tras acelerar deportaciones de venezolanos o imponer aranceles del 25% a cualquier país que compre petróleo a Venezuela.
Las previsiones
Consultado de urgencia, el americanista sevillano Sebastián Moreno cree que "no hay probabilidad de una invasión real en Venezuela, hoy por hoy". Sostiene que tanto el despliegue de la Armada como la presión al Tren de Aragua y el aumento de la recompensa por Maduro hay que enmarcarlo en el plan "doble" de la Casa Blanca: por un lado, de hacer "ruido" y de "tensionar", para ayudar a la oposición venezolana; de otro, "forzar las lealtades" en el seno del Gobierno de Venezuela, por si efectivamente hay elementos "que se marchen, principalmente temerosos de una gran agresión o una redada masiva".
Más factible, aunque tampoco muy cercano, le parece el escenario de que se produzcan operaciones selectivas, por ejemplo, ataques con drones, en puntos relacionados con el tráfico de drogas. "Pero para explicar eso y justificarlo hay que tener pruebas contundentes", incide.
