El engaño de la etiqueta Covid Free de restaurantes y hoteles

El engaño de la etiqueta Covid Free de restaurantes y hoteles

Por qué no se puede garantizar que un establecimiento esté libre de coronavirus.

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Mucho se ha hablado en las últimas semanas de la etiqueta Covid Free (Libre de Covid). El camino hacia la nueva normalidad tras la crisis del coronavirus supone la apertura paulatina del sector turístico. Hoteles, casas rurales, restaurantes y otros locales abren poco a poco sus puertas, mientras conviven con el miedo de los clientes a un posible contagio. Es ahí donde irrumpe esta supuesta garantía de higiene, que pretende certificar que el espacio es seguro y libre de contagios. Todo es un engaño.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha sido la última en alertar sobre el uso fraudulento de estos sellos: “No garantizan que una oficina o un establecimiento esté libre de coronavirus. Y lo que es peor, pueden crear una falsa y peligrosa percepción de seguridad que conduzca a una relajación de las medidas de seguridad”.

Pueden crear una falsa y peligrosa percepción de seguridad que conduzca a una relajación
OCU

“Decir que algo es libre de Covid es vergonzoso. Es cierto justo antes de abrir ese establecimiento después de dos meses cerrado por el confinamiento, pero luego no se puede garantizar”, añade la farmacéutica Gemma del Caño.

Es una estrategia puramente comercial, escribe en Twitter su colega Marián García, más conocida como Boticaria García, que habla de “gran conocimiento de márketing y escaso de la ciencia”.

Ambas especialistas se muestran rotundas sobre esta etiqueta que cuelga desde hace días de un restaurante de Torremolinos (Málaga), convertido en el primero de Europa en obtener este sello creado por el Círculo de Empresarios de Torremolinos y la compañía Intedya. No sólo está ahí, en la Universidad Católica de Murcia (UCAM) trabajan en un  Protocolo UCAM Covid Free, que sirva como garantía de que sus campus de Murcia y Cartagena son espacios libres de la enfermedad. 

Un espacio en el que entran y salen personas constantemente y en el que, como pasa en los restaurantes, esas personas se sacan y ponen la mascarilla constantemente, no pueden garantizar que la asepsia total de sus superficies. ”Dado que las personas contagiadas pueden transmitir el virus incluso cuando están todavía libres de síntomas, desde el mismo momento en que entran en un local pueden estar propagándolo, por muchos tratamientos de desinfección que se hayan realizado antes”, denuncia la OCU, que ha pedido a Sanidad que prohíba a las empresas de limpieza comercializar y publicitar este tipo de sellos.

Su presencia no tiene lógica dado que se sabe que también hay enfermos asintomáticos, por lo que lo que medir la temperatura antes de que accedan al local tampoco sirve como garantía de que acceden sin Covid-19. Si no tienen síntomas, no tendrán fiebre.

El peligro de los de rayos UV

Pero no es la entrada y salida de clientes la única cuestión que llama la atención de Gemma del Caño. Las lámparas de rayos ultravioletas utilizados para liberar estos espacios de coronavirus tampoco convencen.

“Si son rayos UVA no funcionan. Tendrían que ser rayos UVC, pero hay que aplicarlos con cuidado porque pueden ser peligrosos”, explica sobre el uso de lámparas manuales para desinfectar superficies, cuyo funcionamiento se ve en un reportaje grabado en el establecimiento por Antena 3 Noticias.

Los rayos UVC, con longitud de onda más corta que los UVA y UVB, son peligrosos por su alta capacidad para destruir material genético, tanto en humanos como en partículas virales. Si esa letalidad no nos afecta es porque la capa de ozono los filtra antes de que lleguen a nuestra piel. Aún así se utilizan desde 1878 de manera artificial como método básico de esterilización en hospitales, aviones, oficinas y fábricas. Siempre con el equipo y la formación adecuada para evitar riesgos.

La neurobióloga Conchi Lillo advirtió sobre este peligro a mediados de abril al publicar un hilo en Twitter sobre el uso de estos rayos para combatir el coronavirus. “Una de las advertencias de la OMS es que no se empleen lámparas UV de uso doméstico para desinfectar, no son efectivas y pueden producirnos irritaciones en la piel y daño ocular. Lo más efectivo es seguir las recomendaciones oficiales”, dice la especialista en uno de los tuits del hilo.

No es tanto que estos rayos no maten organismos vivos, sino que no se pueden manejar alegremente para desinfectar los servicios en un restaurante. “La radiación UVC es altamente desagradable, no deberíamos estar expuestos a ella”, explica en un artículo de la BBC Dan Arnold, de la empresa UV Light Technology, encargada de proporcionar equipos de desinfección en Reino Unido. “Lo que los rayos UVB queman en horas, los UVC lo hacen en segundos”, añade.

De ahí que sea importante “que no haya personas alrededor y que sean aplicados por personal certificado y con equipos especiales”, explica el doctor Carlos Pérez, especialista en enfermedades infecciosas y decano de la facultad de Medicina y Ciencia de la Universidad San Sebastián (Chile), en este mismo artículo. Pérez habla también la reciente labor de investigadores de la Universidad de Columbia (EEUU), que están trabajando en desarrollar un nuevo tipo de UVC menos peligroso de manejar. “Puede ser una buena medida si se aplica de manera eficiente, pero es complementaria porque no limpia. Es necesario continuar con el aseo directo con soluciones desinfectantes”, añade.

Máquinas de ozono y arcos desinfectantes

Las máquinas de ozono se han convertido en otro reclamo de estos y otros establecimientos para garantizar que no hay peligro de contagio. Algunos pequeños comercios, como las peluquerías, publicitan su uso, pero nada avala que estos sistemas tengan acción viricida.

La Sociedad Española de Sanidad Ambiental (SESA) es contraria a estas máquinas y a las de dióxido de cloro. “Se están utilizando como viricidas, sin estar constatado que lo sean, lo que puede suponer una falsa sensación de seguridad a los ciudadanos, ya que en ambos casos no está demostrada esta acción”, apunta en un comunicado emitido a finales de abril.

“El ozono se encuentra en la actualidad en revisión por la Agencia Europea de Productos Químicos”, asegura el organismo, que insiste en que al no haber sido evaluado aún por la Unión Europea para su uso como desinfectante ambiental, “se desconocen la dosis necesarias para garantizar su eficacia como viricida y los efectos para la salud que estas concentraciones pueden desencadenar”.

También advierte sobre ello Comisiones Obreras en el documento El uso indiscriminado de ozono contra la Covid-19 nos puede constar la salud. “Desde CCOO queremos advertir de los daños a la salud que conlleva el uso del ozono, tanto a los trabajadores y las trabajadoras que lo están utilizando como aquellos que están en las zonas de trabajo donde se han utilizado, daños que se deben tener presente se cuando se aplica el ozono como desinfectante.  A día de hoy se desconoce la cantidad de dosis necesarias para garantizar su eficacia frente la Covid-19 y los efectos que dichas dosis pueden tener sobre la salud”, dice el texto sobre estas máquinas que algunos también usan en casa, y sobre las que también ha advertido la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

El uso del dioxido de cloro es distinto. Si bien es bactericida y fungicida, no se puede decir que sea eficaz contra las virus. “No se encuentra en el listado de productos viricidas autorizados en España por el Ministerio de Sanidad y no puede utilizarse como tal”, señala la SESA en el comunicado, donde tampoco respalda el uso de túneles y arcos desinfectantes de ozono.

“El muy importante aclarar que actualmente no existe en España ningún producto biocida que esté autorizado por el Ministerio de Sanidad para su empleo mediante nebulización sobre las personas”, apunta SESA. El texto señala además que los profesionales que aplican cualquier producto biocida tienen que estar protegidos con los equipos de protección personal adecuados a la categoría de peligrosidad del producto.

La única garantía posible (aunque no sin polémica)

Sólo hay una garantía que se le puede dar al cliente en restaurantes, hoteles o cualquier otro establecimiento, y esta nunca puede llevar la palabra Free. Ya lo advirtió a principios de mes el Ministerio del Turismo que a través de su secretaria de Estado, Isabel Oliver, al asegurar que no existe ni puede existir este tipo de sellos.  

Lo único que puede vender un local es que siguen las  recomendaciones higiénicas y de distancia social para prevenir el contagio por coronavirus establecidas en los protocolos del Ministerio de Turismo. En eso se basa el sello Safe Tourism Certified, en cuyo lanzamiento trabaja el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE). “Nos hemos negado a llamarle Covid Free porque es imposible acreditarlo”, explica desde el organismo. Lo que se puede acreditar es que el establecimiento siga las medidas recomendadas de desinfección, los empleados usen mascarilla y haya la distancia requerida entre clientes, apuntan.

La polémica está en el precio de ese sello. Hay que pasar una auditoría, que podría llegar a costar 4.000 euros, depende del taño del local. El precio por hora de auditoria oscila entre los 90 y 125 euros. Luego habría que la cuota anual de entre 100 y 400 euros por poder colgar el certificado (no obligatorio) en la puerta.

La Junta de Andalucía ha sido la primera en alzarse contra esta acreditación creando una alternativa. La suya, gratuita. ¿El fallo? Otra vez el nombre. Su sello Covid Free gratuito ya ha recibido las críticas de la organización de consumidores Facua, que recordaba el día de su anuncio que “no se puede garantizar al 100%” que no tenga virus.